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Elecciones 2012

sábado 21 septiembre 2024

Al visitar Polonia, Romney busca apelar a los votantes católicos de Estados Unidos, entre quienes el apoyo a Obama ha decaído.
Al visitar Polonia, Romney busca apelar a los votantes católicos de Estados Unidos, entre quienes el apoyo a Obama ha decaído.

La visita del virtual candidato republicano al Reino Unido, Israel y Polonia tiene por objetivo mostrarse capaz como líder internacional.

Elevando su perfil y buscando votos

A primera vista, el itinerario de Mitt Romney en el exterior –Reino Unido, Israel y Polonia– suena como una gira para la gente que anda en búsqueda de antigüedades religiosas. Pero en realidad Romney está buscando algo más: credibilidad y votos.

Éste es el viaje inaugural de Romney en el escenario internacional como candidato presidencial y él espera que las reuniones que tuvo en Londres con el primer ministro británico David Cameron y el ex primer ministro Tony Blair le ayuden a defender la idea de que está listo para tener el rol de un líder mundial si gana la presidencia en noviembre.

La asistencia de Romney a los Juegos Olímpicos de Verano en Londres es también una forma agradable de recordarles a los votantes estadounidenses del rol crucial que desempeñó en los Juegos Olímpicos de Invierno en Utah, en 2002, una parte de su biografía que a menudo es eclipsada por su carrera en los negocios y su rol como gobernador de Massachusetts.

Pero Romney se apartó hacia un áspero inicio en Londres. Le dijo a NBC News que los problemas con el personal de seguridad para los Juegos Olímpicos eran “desconcertantes”. Eso trajo una réplica apenas velada del primer ministro Cameron, quien comparó los desafíos de albergar los Juegos Olímpicos en una ciudad bulliciosa ciudad como Londres a organizarlos “en el medio de la nada”, lo cual la mayoría de la gente interpretó como una referencia al trabajo de Romney en los Juegos de Invierno en Salt Lake hace 10 años.

Además Romney apareció a la defensiva luego de publicada una historia del diario londinense Daily Telegraph, en donde un asesor no identificado del virtual candidato fue citado diciendo que el presidente Barack Obama no apreciaba completamente la herencia anglosajona compartida entre Estados Unidos y el Reino Unido. Romney dijo que él no estaba de acuerdo con “quien quiera que haya sido ese asesor”. El vicepresidente Joe Biden añadió que lo dicho por el asesor de Romney fue un “alarmante comienzo” para el viaje del republicano.

Israel, una parada clave

Romney ha prometido que no criticará al presidente Obama o sus políticas internacionales, siguiendo una larga tradición de los candidatos presidenciales de mantenerse apartados de la política mientras están en el extranjero. Pero la visita de Romney a Israel claramente tiene la intención de remarcar una gran diferencia con el presidente Obama sobre la naturaleza de las relaciones de Estados Unidos con el Estado judío.

En un discurso reciente de Romney en la convención de Veteranos de Guerras en el Exterior, en Nevada, el presunto nominado presidencial del Partido Republicano se refirió a lo que él llamó “el mezquino trato a uno de nuestros selectos amigos” por parte de la administración de Obama. No es un secreto que ha habido tensiones entre el presidente y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en varios asuntos.

Ronmey y sus antiguos rivales a la nominación republicana frecuentemente han criticado a Obama en debates durante las elecciones primarias acerca de cómo Estados Unidos no ha dado el apoyo suficiente a Israel, especialmente en relación a las aspiraciones nucleares de Irán. Romney se reunirá con Netanyahu y otras autoridades israelíes en Jerusalén, así como el primer ministro de la autoridad palestina Salam Fayyad.

Entre aquéllos que se unirán a Romney en Israel durante su visita habrá un grupo de personas que recaudan fondos y adherentes de Estados Unidos, incluyendo al magnate de casinos de Las Vegas, Sheldon Adelson. Él fue un gran adherente del ex portavoz de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Newt Gingrich, en las primarias republicanas, pero rápidamente comenzó a apoyar a Romney una vez que ganó la nominación republicana. Adelson es un gran defensor de los lazos cercanos entre Estados Unidos e Israel y ha prometido invertir más de 100 millones de dólares en ayudar a derrotar al presidente Obama en noviembre.

Los republicanos esperan que la parada de Romney en Israel ayude con dos sectores de votantes potenciales en Estados Unidos: los judío-estadounidenses molestos por las tensas relaciones entre el presidente Obama y el primer ministro Netanyahu, y los votantes cristianos evangélicos que siempre han tenido lealtad hacia Israel como un componente clave de la política exterior de Estados Unidos.

Debe señalarse que los votantes judíos históricamente han apoyado a los candidatos presidenciales demócratas. Una abrumadora mayoría de ellos apoyó a Barack Obama en 2008 y recientes encuestas de nuevo dan al presidente el liderazgo sobre Romney entre los votantes judíos este año. Pero Adelson y otros esperan persuadirlos en ciertos estados como Ohio, Florida y Pensilvania para que voten por Romney este año basados en la noción de que él sería un mejor amigo para Israel que lo que ha sido Obama.

Romney ha prometido que su primera visita al exterior será a Israel en caso de ser elegido presidente, mostrando así como contraste que el presidente Obama no ha visitado Israel desde que está en la Casa Blanca.

Última parada: Polonia

La última parada de Romney en Polonia le da una oportunidad de enfocarse en otra gran diferencia con la administración de Obama: la relación entre Estados Unidos y Rusia. Romney se ha referido a Rusia como el “enemigo geopolítico número uno” de los Estados Unidos y ha prometido reajustar las relaciones con el Kremlin si gana en noviembre. Una parte central de la crítica de Romney a Obama en materia de política exterior es que la actual administración ha sido demasiado suave con Irán, Rusia y China y muy dura con Israel.

Mientras esté en Polonia, Romney se reunirá con el ex presidente Lech Walesa, quien todavía es un héroe para millones de estadounidenses, especialmente para aquéllos que son descendientes de personas de Europa del este. El foco de Romney en la Polonia más católica sumado a una reunión temprana en el Reino Unido con el primer ministro irlandés Enda Kenny podría tener atractivo para la enorme población católica en Estados Unidos, un segmento donde el apoyo a Obama se ha erosionado un poco desde la elección hace cuatro años. Muchos votantes católicos descendientes de Europa del Este están ubicados en estados claves de la batalla electoral, como Ohio, Pensilvania y Wisconsin, estados que llevarán el equilibrio de la elección a un lado o al otro en noviembre.

Por supuesto, uno de los principales objetivos de Romney es presentarse a sí mismo tanto en casa como en el extranjero como un posible presidente, comandante en jefe y líder mundial. El candidato Barack Obama hizo una gira mundial en 2008, poco después de que ganó la nominación presidencial del Partido Demócrata.

El entonces senador Obama hizo paradas en Afganistán, Irak, Jordania, Israel, Alemania, Francia y el Reino Unido. Uno de los puntos fuertes fue el discurso de Obama ante aproximadamente 200 mil alemanes en Berlín, con un sentido internacionalizado de su campaña presidencial. Los republicanos usaron esa imagen en una propaganda de ataque durante la campaña de 2008, como parte de un esfuerzo por describir a Obama más como una celebridad internacional que como un candidato presidencial serio.

Fue importante para el entonces senador Obama visitar Afganistán e Irak cuatro años atrás, porque tenía muy poca experiencia en política exterior y seguridad nacional y el viaje lo ayudó a elevar ese perfil como un potencial comandante en jefe entre los votantes. Irónicamente, cuatro años después la política exterior es una fortaleza clave de Obama. Las encuestas de opinión pública muestran al presidente con una clara ventaja en el manejo de los asuntos de política exterior, sin duda en gran parte a causa del exitoso asalto que mató al líder de Al Qaeda Osama bin Laden.

Ronmey tiene poca experiencia en política exterior, a pesar de que vivió en Francia mientras servía como misionario de la iglesia mormona en los años 60.

El objetivo de Romney aquí es ser al menos competitivo con el presidente en ser capaz de manejar la política exterior y el ejército. No tiene que presentar el argumento de que él será mejor que el presidente, sólo que será aceptable.

Una vez que su viaje termine, Romney volverá al mensaje central de su campaña presidencial, que es convencer a los votantes de que la elección de este año será simplemente un referéndum sobre el manejo de la economía por parte de Obama. Las encuestas muestran que si Romney tiene éxito en enmarcar de esta manera la decisión de noviembre, ganará.

De cualquier forma, hablando del servicio militar, ésta será la primera elección presidencial desde 1944 en que ninguno de los candidatos de los dos grandes partidos ha servido previamente en las fuerzas armadas de Estados Unidos. En la campaña de 1944 estuvo Franklin Roosvelt, que sufrió de poliomielitis cuando eran joven, y el gobernador republicano de Nueva York, Tom Dewey. Roosevelt ganó fácilmente la reelección para un período de cuatro años, pero murió en abril.
John Kinkade sostiene un rifle en la tienda de armas que administra en Iowa.
John Kinkade sostiene un rifle en la tienda de armas que administra en Iowa.
Renace el cabildeo por la armas

Ya hemos visto esta película antes y no me refiero a la última de Batman, El caballero de la noche asciende. Matanzas como la de Colorado la semana pasada se han vuelto demasiado comunes en la cultura estadounidense. Tristemente, la reacción a estas tragedias nacionales también se ha vuelto predecible. Una vez que comienza a desaparecer el susto inicial y el horror, empiezan las discusiones sobre si somos demasiado tibios con los controles de armas en este país o cómo evitar que las armas y las municiones que se utilizan en las masacres lleguen a manos de los desquiciados.

Todo esto ha vuelto a surgir después de la matanza en Aurora, Colorado, pero muchos expertos políticos predicen que cuando el debate pasa al control de armas, poco se hace. En los últimos 20 años, parece haber habido un cambio radical cuando se trata del gran apetito por las leyes de control de armas, en gran parte gracias al políticamente astuto lobby de armas, liderado, por supuesto, por la National Rifle Association (Asociación Nacional del Rifle, NRA por sus siglas en inglés).

Lo que dice la Constitución

Antes de sumergirnos en todo esto, bien vale la pena revisar la historia del debate por el control de armas en Estados Unidos. Para hacerlo hay que comenzar por la Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, que dice: “Una milicia bien regulada, siendo necesaria para la seguridad del Estado libre, el derecho del pueblo de poseer y portar armas no debe ser infringido”. Los partidarios de las armas siempre citan esta parte como si fuera una especie de consagración constitucional del derecho divino a poseer armas. Los defensores del control de armas siempre se enfocan en la primera parte de la enmienda, la que habla sobre la “milicia bien regulada” para argumentar que no se trataba de un derecho individual, sino uno reservado para las milicias organizadas. La Corte Suprema dio la última palabra sobre esto en 2008, cuando por mayoría determinó que la Segunda Enmienda efectivamente se refería a los derechos de los individuos de poseer armas de fuego sin intervención del gobierno.

Volviendo al siglo veinte, el Congreso tomó medidas enérgicas sobre las ametralladoras y otras armas utilizadas por el crimen organizado en los años treinta, la llamada “época gángster” de la historia estadounidense.

El debate de las armas volvió a la vida en la década de los 60, luego de los asesinatos de tres queridos líderes políticos de Estados Unidos: el presidente John F. Kennedy en 1963, el líder de los derechos civiles Martin Luther King, Jr. en 1968, seguido dos meses después por la muerte del senador Robert F. Kennedy, candidato a la presidencia del Partido Demócrata. El Congreso intensificó algunas restricciones a la posesión de armas y ventas de armamento por correo, pero los defensores de la prohibición a las armas de fuego nunca fueron capaces de reunir suficiente apoyo en el Congreso para instituir una restricción a lo largo del país.

Los años 90 marcan un cambio político

El equilibrio de poder en el debate del control de armas comenzó a cambiar en los años 90, durante la administración del presidente Bill Clinton. En 1994, el presidente Clinton firmó la prohibición de las armas de asalto en una ley, la mayor victoria de los defensores del control de armas, especialmente de los demócratas que representaban a las áreas urbanas en todo el país. Pero en cosa de semanas los demócratas enfrentaron un gran reproche por parte de los votantes en las elecciones de la mitad del período de gobierno, en 1994, perdiendo el control de la Cámara de Representantes por primera vez en 40 años. Los demócratas de los estados conservadores y de los distritos rurales con fuerte apoyo a los derechos de armas quedaron especialmente vulnerables y el presidente Clinton eventualmente reconoció que el lobby de armas, liderado por la NRA, tenía mucha relación con los logros republicanos.

Los defensores del control de armas anotaron su mayor victoria con el paso de la Ley Brady en 1990, que impuso un período de espera de cinco días y un chequeo de antecedentes criminales para aquéllos que compraran un arma. La ley entró en vigencia en 1998.

En la elección presidencial de 2000, el demócrata Al Gore perdió la llegada a la Casa Blanca por escaso margen contra el republicano George W. Bush. Una de las claves de la victoria de Bush fue su habilidad para crear enormes márgenes de apoyo entre los trabajadores blancos, especialmente en distritos rurales en el sur, centro-oeste y en las montañas del oeste.

Tal como ocurre en muchos otros debates que causan polarización, como el aborto, el matrimonio homosexual y el poder del gobierno del central, la división entre los votantes urbanos y rurales ha sido siempre claramente visible en el debate del control de armas.

El presidente Barack Obama ha parecido reacio a comprometerse en el asunto de las armas, incluso después del tiroteo masivo en Arizona el año pasado, que tuvo entre los heridos a la representante demócrata Gabrielle Giffords. Tras la tragedia de la semana pasada en Aurora, Colorado, autoridades de la Casa Blanca han dicho poco acerca de algún esfuerzo renovado para apuntalar medidas de control de armas.

A fines del año pasado, la organización de encuestas Gallup reportó que el apoyo público a una variedad de medidas de control de armas fue el más bajo de todos los tiempos. Las encuestas de opinión de los últimos 50 años también han mostrado una tendencia de cambio desde el apoyo a las medidas de control de armas hasta el respaldo al derecho de los estadounidenses a poseer armas de fuego.

Las encuestas de principios de la década del 60 mostraron que alrededor del 60 por ciento de las personas consultadas querían prohibir los revólveres. En una encuesta del año pasado, sólo el 26% pedía lo mismo. Una encuesta de Pew Research realizada a principios de este año reveló que el 49 por ciento cree que lo más importante es proteger los derechos a poseer armas, mientras que el 45 por ciento preferiría enfocarse en controlar la posesión de armas.

La NRA ha sido hábil en movilizar a sus miembros para trabajar por aquéllos que apoyan los derechos a tener armas y en contra de quienes prefieren el control de armas. Como resultado, muchos demócratas, especialmente aquéllos que representan a estados muy competitivos o a las áreas rurales, han decidido no presionar en asuntos de control de armas y evitar llevar el tema de manera que pudiera significarles la derrota.

La unión de los partidarios de la NRA y su habilidad para concentrar las raíces de los grupos a favor de las armas en todo el país y afectar con ello las elecciones puede ser un factor intimidante para los políticos que estén considerando apoyar incluso suaves medidas de control de armas. Hasta el Partido Nacional Demócrata ha mirado a un lado algunas veces, creyendo que es más importante mantener asientos en la Casa de Representantes y el Senado en lugar de arriesgar una lucha sobre medidas de control de armamento que podría vigorizar a los entusiastas de las armas.

Nada, y de verdad digo nada, impresiona más a los políticos que la habilidad de los grupos de votación para organizarse en una fuerza política potente que puede dar vuelta las urnas. Y en los últimos 20 años es difícil encontrar a grupos más decididos a proteger sus intereses que los defensores de los derechos a tener armas y los grupos nacionales que los respaldan y que muestran su poderío en Washington, especialmente la NRA.

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