Frente a las convenciones republicanas y demócratas, ¿están los candidatos listos para la batalla de las redes sociales?
La época de los anuncios, pasacalles, las promesas y los megáfonos en la vía pública queda atrás, ahora la guerra política está en la web.
Los famosos 140 caracteres de Twitter son el arma predilecta de las campañas políticas y los candidatos están haciendo uso de ella.
El campeón en este género es el actual presidente y candidato demócrata Barack Obama quien tiene unos 18.749.453 seguidores, mientras que su contrincante, Mitt Romney, tiene 885.066.
Pero lo importante no son los seguidores sino el mensaje. El demócrata mantiene toda una estrategia de mensajes que invitan a seguirlo, con una dinámica de unos 30 mensajes por día. Su rival, Mitt Romney mantiene una corriente de 5 a 10 por día.
Pero estos candidatos no son los únicos aventajados, los jefes de campañas, los bloggeros y los analistas, están sacándole el máximo a estas herramientas convirtiéndose en críticos de los partidos. David Axelrod, de la campaña de Obama, y Fehrnstrom Eric, con la campaña de Romney, figuran entre los más críticos y fuertes en la web.
Los seguidores están invitando a sus seguidores y las conversaciones son en la red, no en los bares y no en los partidos de futbol.
Como todo en Twitter se vale, la gente está colocando hashtags y los más mencionados son: #romney y #obama, pero también están #superdelegados, #convenciontampa y #vota2012.
Los temas que más se debaten en las redes sociales son la economía y la salud, donde parece que el tema de inmigración, Venezuela y Cuba están a un lado pero no olvidados.
La popularidad y el uso de Twitter se ha disparado en el Congreso y en las legislaturas estatales. Más del 90% de los senadores, representantes y gobernadores están en Twitter.
En el senado, por ejemplo, cada partido está buscando apoyo de sus propios senadores y están promoviendo el uso de estas herramientas, especialmente cuando los senadores demócratas tienen 44 cuentas de Twitter, mientras los republicanos 43.
Twitter llegó y se quedó, y lo único que ahora resta es reconocer que es otra herramienta comunicativa que puede marcar la diferencia en cualquier campaña o estrategia política.
Los famosos 140 caracteres de Twitter son el arma predilecta de las campañas políticas y los candidatos están haciendo uso de ella.
El campeón en este género es el actual presidente y candidato demócrata Barack Obama quien tiene unos 18.749.453 seguidores, mientras que su contrincante, Mitt Romney, tiene 885.066.
Pero lo importante no son los seguidores sino el mensaje. El demócrata mantiene toda una estrategia de mensajes que invitan a seguirlo, con una dinámica de unos 30 mensajes por día. Su rival, Mitt Romney mantiene una corriente de 5 a 10 por día.
Pero estos candidatos no son los únicos aventajados, los jefes de campañas, los bloggeros y los analistas, están sacándole el máximo a estas herramientas convirtiéndose en críticos de los partidos. David Axelrod, de la campaña de Obama, y Fehrnstrom Eric, con la campaña de Romney, figuran entre los más críticos y fuertes en la web.
Los seguidores están invitando a sus seguidores y las conversaciones son en la red, no en los bares y no en los partidos de futbol.
Como todo en Twitter se vale, la gente está colocando hashtags y los más mencionados son: #romney y #obama, pero también están #superdelegados, #convenciontampa y #vota2012.
Los temas que más se debaten en las redes sociales son la economía y la salud, donde parece que el tema de inmigración, Venezuela y Cuba están a un lado pero no olvidados.
La popularidad y el uso de Twitter se ha disparado en el Congreso y en las legislaturas estatales. Más del 90% de los senadores, representantes y gobernadores están en Twitter.
En el senado, por ejemplo, cada partido está buscando apoyo de sus propios senadores y están promoviendo el uso de estas herramientas, especialmente cuando los senadores demócratas tienen 44 cuentas de Twitter, mientras los republicanos 43.
Twitter llegó y se quedó, y lo único que ahora resta es reconocer que es otra herramienta comunicativa que puede marcar la diferencia en cualquier campaña o estrategia política.