Me mudé a Estados Unidos el 30 de diciembre de 2017 para protegerme de una orden de arresto. Como periodistas venezolanos, hemos pasado por mucho. [El gobierno] nos ha perseguido, subyugado, tratado de manipularnos y sobornarnos.
Muchos tuvimos que irnos por nuestra seguridad y la seguridad de nuestras familias. Los que todavía están ahí son valientes. Una forma sencilla de describir el periodismo en Venezuela es que "hay que practicarlo de pie porque la verdad no se puede decir de rodillas".
La presión se volvió sistemática después de que fui elegida para el cargo. Tan pronto como comencé a defender a los periodistas como portavoz del CNP en febrero de 2013, noté camionetas negras con ventanas oscuras que rodeaban el edificio donde vivía. Me perseguían de un lugar a otro.
A partir de 2014, agentes del gobierno se paraban frente a mi oficina, deteniéndome e interrogándome muchas veces.
En 2014, hubo un intento de irrumpir en mi casa. Los agentes de seguridad del gobierno me dijeron que había una orden de registro y que posiblemente me llevarían a la cárcel. Me vestí, me puse un abrigo grueso y esperé en casa. Luego me dijeron que habían revertido la orden.
Nota del editor: Cambra fue reportera de un periódico antes y después de convertirse en portavoz del CNP.
Ya no hay respeto por los periodistas. Cuando intenté presentar una denuncia ante la fiscalía, agentes del gobierno me rodearon y me tiraron del pelo, me escupieron y me golpearon. Pude salir corriendo y me escondí en las oficinas del diario El Universal.
Fueron tiempos muy difíciles. Si no hubiera salido de Venezuela, me hubieran encarcelado.
El gobierno intenta acorralar a los periodistas amenazando a los responsables de los periódicos y otros medios de comunicación. Recibimos mensajes de advertencia contra la divulgación de cierta información. Advertencias como, algo podría pasarnos si esa información sale.
En una ocasión, Diosdado Cabello compartió el número de celular de dos periodistas críticos al aire durante un programa de televisión patrocinado por el estado, para que simpatizantes del gobierno pudieran llamarlos, acosarlos e insultarlos.
Otras tácticas de intimidación incluyen imponer multas a los periodistas, amenazar a los medios con el cierre y dar cobertura falsa al trabajo de algunos periodistas para hacerlos quedar mal o provocar a la opinión pública en su contra.
Ni el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela en Caracas ni su embajada en Washington, D.C. respondieron a la solicitud de comentarios de la VOA.