La presunta negociación de misiles de fabricación iraní de parte del gobierno en disputa de Venezuela es parte de una estrategia geopolítica para irritar a Estados Unidos y desestabilizar a su principal aliado de América Latina, Colombia, según analistas.
Fue el mismo presidente colombiano, Iván Duque, quien encendió las alarmas sobre el supuesto acuerdo militar. Duque citó el jueves pasado a fuentes de inteligencia internacionales para acusar a Nicolás Maduro de intentar pactar la compra de misiles de corto y largo alcance a Irán.
Maduro contestó al presidente de colombia con sarcasmo: “No es mala idea, Iván Duque, no lo habíamos pensado (…) Debemos hablar con Irán y ver qué misiles tienen de corto, mediano y largo alcance, y si está en nuestras posibilidades, dadas las buenas relaciones, comprar baterías misilísticas para reforzar la defensa”.
Las armas no estarían en Venezuela aún, aunque su adquisición ya se estaría diligenciando por instrucciones del ministro de Defensa de Maduro, el general en jefe Vladimir Padrino López, según la versión de Duque.
El gobierno de Estados Unidos reaccionó el martes a través del secretario de Estado, Mike Pomepo, quien reiteró su rechazo a la creciente cooperación entre Caracas y Teherán, a raíz de las denuncias de Duque.
“No sorprende que el régimen ilegítimo de Maduro busque en Irán armas mortales. Esto es exactamente por lo que estamos restaurando todas las sanciones de la ONU contra Irán, incluido el embargo de armas. Aplicaremos plenamente esas sanciones”, indicó Pompeo en un mensaje divulgado en su cuenta de Twitter.
El embajador venezolano retirado y doctor en ciencias políticas, Sadio Garavini, considera que el posible pacto militar con Irán es un asunto en el que también tiene relación otro de los principales aliados actuales de Venezuela, Rusia.
A su entender, el gobierno de Vladimir Putin ha expandido sus intereses geopolíticos prioritarios de su área cercana exterior -los países que formaban parte de la Unión Soviética- hasta países lejanos como Venezuela.
Irán, como “enemigo de mi enemigo” en ese pulso ruso, además enfrentado a los aliados naturales de Washington, como Arabia Saudita e Israel, promueve enfrentamientos con Estados Unidos en la región latinoamericana, opina.
Son estrategias jamás vistas desde la llamada Guerra Fría, en la era posterior a la Segunda Mundial, entre el año 1945 y la década de los 60, dice Garavini.
“A Rusia, le encanta molestar a Estados Unidos en el hemisferio para mantenerlo ocupado, irritado y que no venga a retaliar por la acción que tienen en Ucrania, Georgia. Evidentemente son intereses de irritar y distraer a Estados Unidos”, sostiene el analista en entrevista con la Voz de América.
Garavini enmarca la polémica sobre los misiles iraníes en el rol histórico de Estados Unidos en el mantenimiento de la estabilidad de su hemisferio.
“No puede haber debate de que se forme una segunda Cuba o sobre la posibile desestabilización del mejor aliado de Estados Unidos por Venezuela”, afirma.
Los antecedentes sobre la probable presencia de terroristas iraníes de Hezbolá en la región occidental también entran en juego en el caso venezolano, dice, recordando los ataques a la embajada de Israel y la Amia en Argentina, en 1992 y 1994, que causaron un centenar de muertes y al menos 540 heridos.
“Es un contrasentido”
El político y diplomático venezolano, exembajador de Venezuela en las Naciones Unidas, Milos Alcalay, interpreta la posible negociación de misiles iraníes como parte de una nueva visión geopolítica de Maduro que, a diferencia de Hugo Chávez, mira menos al ombligo de América Latina y más hacia Medio Oriente.
“La alianza con Irán ha llevado a una profunda preocupación por lo que representa para el resto del hemisferio”, explica a la Voz de América.
Comprar respiradores, no misiles
Alcalay anticipa que toda compra de armamento iraní violaría los tratados de Tlatelolco, que proscribe las armas nucleares en América Latina y el Caribe, y el Interamericano de Asistencia Recíproca, conocido como TIAR.
Opina que el binomio de Irán y Venezuela ha servido para “acosar” recientemente a Estados Unidos en plataformas multinacionales, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, incluso con reiteradas confirmaciones de ambos países de que colaboran en una “Guerra Santa”.
Si se suman el respaldo de Turquía a Venezuela, más las acciones del Foro de Sao Paulo y grupos guerrilleros, dice Alcalay, el resultado es uno: la “desestabilización de la democracia” en la región latinoamericana.
Acusaciones como las formuladas por Duque no suelen ventilarse a la ligera, reflexiona Juan Francisco Contreras, experto en relaciones exteriores.
“La inteligencia colombiana siempre ha estado realmente pendiente de las cosas que pasan en Venezuela. El haber hecho esa afirmación significa que algo hay (de cierto) dentro de esa puja permanente con Venezuela”, comenta a la VOA.
Contreras valora como “preocupante” que Maduro haya certificado en público las afirmaciones del presidente colombiano.
“En medio de la situación que vivimos, el hecho es que pensar que pudiera existir misiles iraníes en el país es un contrasentido”, expone.
Recuerda que Venezuela, como el resto del mundo, atraviesa una pandemia que amerita inversiones de tenor sanitario.
“El gobierno venezolano debería estar comprando respiradores, debería invertir en mantener los hospitales”, desaprueba.
Contreras no descarta la tesis de que Maduro haya atizado la polémica sobre la presunta compra de misiles iraníes para “desviar la atención” de los asuntos internos, como la crisis económica y la escasez crónica de combustible.
El gobierno teocrático de los ayatolas, subraya, es el único que activamente ha ofrecido asistencia a Maduro para paliar su falta de gasolina en plena pandemia.
La República Islámica de Irán envió en mayo 1,5 millones de litros de combustible a Venezuela, que acusa a Estados Unidos de bloquearla económicamente y perjudicar su refinación del producto.
Un mes luego, Estados Unidos decomisó en el Caribe decenas de miles de litros de gasolina que los iraníes intentaron remitir en un segundo envío a Maduro.
“Es bastante complicado acercarse a un país como Irán, que ha sido acusado de terrorista y que está involcurado en un conflicto regional en Medio Oriente con los gobiernos sunitas (Arabia Saudita e Israel)”, puntualiza.
Neutralidad en el retrovisor
Contreras considera que la cercana relación de Caracas con Teherán rivaliza con la neutralidad histórica en Medio Oriente de Venezuela, miembro fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
“Tener misiles crea alarmas en la región y se establece una ruptura del equilibrio militar en la región americana. Es un tema de mucho cuidado”, advierte.
Garavini cree que las complicaciones económicas de Venezuela pudieran significar que no haya dividendos para Irán en la eventual venta de misiles. De concretarse un acuerdo, apunta, sería por razones netamente ideológicas.
El gobierno en disputa de Maduro enfrenta sanciones económicas de Estados Unidos y Europa y su contraparte política, el gobierno interino del líder opositor Juan Guaidó, administra centenares de millones de dólares correspondientes a Venezuela, congelados en operaciones anticorrupción.
“No tendría dinero para pagarlo. Sería una decisión de carácter estratégico por parte de Irán, Rusia y Venezuela”, remarca el docente universitario.
La diatriba reciente sobre el armamento iraní pudiera elevar las chances de que Estados Unidos vea a Venezuela como una “amenaza real” a su seguridad, dice.
“Venezuela corre el riesgo de que cualquier gobierno que asuma en enero en Estados Unidos -el republicano Donald Trump o el demócrata Joe Biden- aumente su presión” por el caso de los misiles iraníes, concluye Garavini.