A simple vista, Javier Rojo es un caraqueño más. Tiene 28 años. De tez morena, estatura promedio y lentes. Como la mayoría de su generación, en la -todavía- Venezuela pujante, tuvo la oportunidad de recorrer algo de mundo fuera y dentro del continente.
De carrera - no terminada, como él mismo confiesa - Cine con especialidad en Guión, Dirección y Edición de la Universidad de Los Andes (ULA), en Mérida, al noroeste del país. La vida de este caraqueño empezó a cambiar a principios de año al quedar a cargo de la cuenta de Twitter de la farmacia de sus padres @Farmarato, y logró ser referencia para quienes buscan medicina o simplemente quieren tener algo con que distraerse en su timeline.
En un país donde la escasez de medicina se ubica en un 85% y existe una farmacia por cada siete mil habitantes, según datos recientes de la Federación Farmacéutica Venezolana, el hecho de que esta farmacia ubicada en el corazón de La Vega, un populoso barrio al oeste de la capital, esté posicionada en la mente de quienes buscan algún antibiótico o pastilla, es mérito de Javier, quien cuando asumió su rol de Community Manager (administrador comunitario), en febrero de este año, tenía menos de 100 seguidores y ya cuenta con 34.000.
Con sus ocurrentes respuestas, emojis, memes y GIFs; además de su dedicada atención al cliente a través de Twitter y WhatsApp, según afirman usuarios que no dudan en expresarle su gratitud, Farmarato logra sobresalir de otros servicios similares que han surgido como respuestas para los pacientes o familiares que deben recorrer farmacia tras farmacia para conseguir el medicamento que necesitan.
Farmarato abrió en 2002, sin embargo, Javier nunca creyó que fuese a trabajar con sus padres.
De regreso de unos de sus viajes, se le presentó la oportunidad y decidió investigar más sobre cómo es el trabajo de llevar una cuenta de Twitter, y concluyó que a pesar de tratarse de un tema tan delicado como el de la salud, la cuenta también iba a servir como distracción para sus seguidores.
Es por ello que no solo coloca el listado de las medicinas que tiene en inventario, o contesta mensajes de clientes; Javier también utiliza la cuenta de Twitter para tratar temas de la cotidianidad del venezolano, como la falta de algún servicio básico, seguir algún evento deportivo, recomendar alguna película o incluso alzar su voz para temas que él considera importantes, como el suicidio, y la concientización y respuesta de trastornos mentales en el país.
Más recientemente, la realidad por la que atraviesa el país, ha hecho que Farmarato funcione como una especie de centro de acopio de medicinas, donde reciben las donaciones y ellos sirven de conexión para entregarlas, con prescripción y documento de identidad en mano, a quien realmente lo necesite.
Javier asegura que su éxito se debe a que Farmarato no es un personaje, si no él mismo, aplicando su personalidad y conocimientos en 280 caracteres. Dejamos, entonces que ustedes, como lectores de La Voz de América, conozcan de su propia voz a Farmarato, a través de esta entrevista en vivo por Twitter:
