El hambre se exhibe con distintos rostros en Venezuela. Luis Medina, discapacitado de una pierna, dice que muchas veces no desayuna ni almuerza: con suerte se alimenta una sola vez al día. Su desesperación e impotencia resultan palpables.
La escasez de alimentos se agudiza y el hambre pega con intensidad en Venezuela.
Median, de 64 años de edad, vive solo en el popular barrio caraqueño de Petare. Su rostro es desgarrador testimonio de la pérdida de peso por falta de comida en la crisis alimentaria que sufre su país. “Aquí hay que comer hasta piedras porque estamos en una situación demasiado difícil”, dijo Medina a la Voz de América.
El Estudio de condiciones de vida en Venezuela de Encovi indicó que el 62% de los venezolanos está sumido en pobreza extrema. La investigación de la encuestadora sin fines de lucro, publicada en el mes de marzo 2018 y elaborada por las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y la Católica Andrés Bello, reveló que más de la mitad de los venezolanos perdió unos 11 kilos de peso en 2017.
El testimonio de Medina es un ejemplo de cómo los índices de pobreza extrema han aumentado notoriamente en los últimos cinco años en Venezuela. Una postal cotidiana que refleja el drama alimentario en el país con las mayores reservas comprobadas de crudo en el mundo.
La inflación, de 4068% según el Fondo Monetario Internacional (FMI), golpea el bolsillo de los venezolanos que aunado a la notable escasez de alimentos, hace que las neveras luzcan vacías.
Medina con gran esfuerzo intenta garantizar una comida al día: “No me acuesto sin comer, pero en el día ni desayuno ni almuerzo”.
