En Venezuela cuando se ve pasar un cortejo fúnebre, es reacción casi espontánea, hacerse la señal de la cruz, para que “la muerte no se acerque”.
Pero a Nathaly Trujillo, a su bebé que estaba supuesta a nacer seis días después y a su esposo los alcanzó este 16 de marzo. Quedaron atrapados en la autopista Valle-Coche, una de las tres por las que se entra a Caracas, en medio del paso de un cortejo fúnebre escoltado por motorizados.
El suegro de Nathaly, que resultó herido, era quien manejaba la camioneta donde viajaban. Iban a buscar un documento que llevaría a la clínica donde nacería la bebé. Los motorizados le ordenaron detenerse para darle paso a la caravana, pero siguió su marcha. Por eso fueron alcanzados por seis hombres en tres motos que sin piedad descargaron sus armas.
El cortejo fúnebre llegó hasta el cementerio sin que detuvieran a nadie por el crimen.
Nathaly, una secretaria de 31 años que trabajaba en el Ministerio de Defensa no ha sido la única víctima de episodios como este. En octubre de 2013 dos personas fueron asesinadas en circunstancias similares.
Otros venezolanos, han corrido con mejor suerte ante una situación que ni siquiera el gobierno nacional ha podido controlar.
Inés María Peña, una asesora en tecnología de 46 años, salió de su casa el primero de enero de 2010 hacia la playa y quedó atrapada en el tráfico en la autopista hacia el oriente de Venezuela. Veía cómo aumentaba el número de motos a su alrededor.
“Los motorizados que quedaron entre los carros les daban golpes. De repente unos comenzaron a darle vueltas a mi carro, y uno que iba en una moto con un candado empezó a romperme los vidrios. Cuando me quiebra el segundo, bajo el vidrio de mi ventana y le entrego el celular, pero me lo lanzó de vuelta dentro del carro”, recuerda Peña.
“Esa cara de odio que tenían los motorizados, no la entendía porque no les había hecho nada. No terminaron de romper los vidrios porque el candado se les cayó dentro del carro. Al carro de adelante, que tenía niños a bordo, le hicieron lo mismo” agrega.
Aunque desde 2011 existe un reglamento sobre el uso y circulación de motocicletas que prohíbe utilizar motos en cortejos fúnebres, las protestas y amenazas de los motorizados ha impedido su aplicación.
Según la Asociación de Industriales, Fabricantes y Ensambladores de Motociclos, en los últimos cuatro años fueron vendidas en Venezuela 1.411.266 motos de baja cilindrada.
Peña recuerda que al mes del suceso se fue del país. “Lo hice por miedo, pero eso se olvida y regresé”, dice sin arrepentimiento.
“Ellos no son la causa, sino una de las consecuencias de todos los problemas que tenemos en este país”, reflexiona resignada sin encontrar solución.