Los expertos parecen coincidir en que si usted no es un trabajador de la salud, no debe comprar mascarillas N95, consideradas el Cadillac de las máscaras protectoras contra el coronavirus.
Dicen que no ayudarán mucho, y que hay muy pocas para las personas que más las necesitan: los trabajadores de la salud de primera línea que tratan de protegerse de la COVID-19 mientras salvan vidas.
Sin embargo, el debate sigue latente sobre si todos deben usar algún tipo de cobertura facial para salir al exterior.
Quedarse en casa y limitar el contacto con grupos de personas sigue siendo la mejor forma de detener la pandemia, pero algunos expertos han comenzado a sugerir que algún tipo de cobertura facial pudiera ayudar, no protegiendo a quien la lleva, sino a los otros de quien la lleva.
Hay bastantes indicios de que las personas pueden propagar la enfermedad sin sentir síntomas ellas mismas, aunque ese no es el mayor factor que expande la pandemia.
Dos estudios han relacionado solo del 6 al 13 por ciento de las infecciones a personas asintomáticas.
Las máscaras “pueden ayudar a proteger que las personas infectadas transmitan la enfermedad”, dijo el profesor de epidemiología de la Universidad de Harvard Bill Hanage. "Y hay una gran proporción de personas que son mayormente asintomáticas que pueden jugar un papel mayor”.
El virus SARS-CoV-2, que causa la COVID-19, se propaga más que nada por gotículas que las personas infectadas expulsan de la boca. Eso sucede cuando las personas tosen o estornudan, lo que hay que hacer siempre en la manga de la camisa, pero también cuando hablan o cantan.
Si gotículas llenas de virus caen en una superficie, la gente las recoge de esa superficie con la mano. De la mano a los ojos, la nariz o la boca, es un corto tramo, y ahí se adquiere la infección.
Las máscaras pueden ayudar a bloquear al menos algunas de esas gotículas.
"Yo creo que no sea la herramienta más efectiva, pero podría ayudar”, dijo Tim Schacker, vicedecano de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota.
Sin embargo, añadió que “es una pregunta difícil, porque como todo con la COVID-19, carecemos de datos”.
No hay muchas investigaciones definitivas sobre cómo usar bien las máscaras para prevenir cualquier enfermedad, y mucho menos para la nueva COVID-19.
Las máscaras N95 son generalmente las mejores para prevenir infectarse del virus, porque, usadas apropiadamente, ajustan bien en el rostro y bloquean la mayoría de las partículas.
A pesar de ello, muchas personas las usan mal, no las ajustan bien y eso debilita su propósito.
El doctor Chongfei Jin, un médico de Patient First en Alexandria y Gainesville, Virginia, dice que cuando él habla con los pacientes siempre les corrige la forma en que usan sus máscaras y añade que hay muchos videos en internet que muestran cómo usarlas correctamente.
Los trabajadores de la salud están enfrentando una gran escasez, en parte a causa de que el pánico del público ha dejado vacíos los anaqueles.
“Si se quedan sin máscaras, es más difícil para ellos mantenerse saludables para atenderlo a usted y a mi cuando nos enfermemos”, dijo el profesor Jon Andrus, profesor de salud global de la Universidad George Washington.
También “sabemos que las personas que usan máscaras tienden a tocarse más la cara”, señaló el profesor Hanage. “Y como sabemos que la cara es la ruta potencial de transmisión, tendríamos que preguntarnos” si el beneficio es mejor que el riesgo.
Las máscaras de cirugía son otra preferencia popular, pero los expertos dicen que no protegen del coronavirus. No se ajustan bien y el material no es lo bastante denso para bloquear las partículas de virus. Lo que sí pueden ayudar es a prevenir que una persona infecte a otras.
Lo mismo sucede con las máscaras de tela, pero no está claro cuál es la protección de diferentes tejidos.
Se han hecho algunos esfuerzos para alentar al púbico a confeccionar máscaras para los trabajadores de la salud que sufren de extrema escasez, pero esas máscaras no proporcionan el nivel usual de protección.
"Una máscara casera solo debe considerarse como una última opción para protegerse de las gotículas de los individuos infectados”, concluyó un estudio. “Son mejores que ninguna protección”.
Y esas máscaras pudieran a la vez propagar la enfermedad si no se manejan con cuidado.
Andrus teme que las máscaras den a los usuarios una falsa sensación de seguridad. No son mejores que la distancia social, afirmó.
Sin embargo, “esto es una guerra”, dijo, “y todo lo que podamos hacer para minimizar el riesgo es extremadamente importante”.