El pretexto es el mismo que han empleado siempre los gobiernos de corte autocrático contra instituciones y organismos internacionales que promueven la libre participación ciudadana en el desarrollo económico, político y social de los países: injerencia en los auntos internos de la nación.
Para no apartarse de la receta, a la que ya han recurrido en el hemisferio, entre otros, regímenes como el de Daniel Ortega, en Nicaragua; los hermanos Castro, en Cuba: Hugo Chávez, en Venezuela, y Evo Morales, en Bolivia, es ahora el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien aduce que una entidad extranjera atenta con los intereses de su país.
Correa acaba de anunciar hace unos días que su gobierno impondrá condiciones a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y que si no las cumple tendrá que irse de Ecuador. “...que les vaya bonito, vayan a ayudar nomás a otros países", dijo el mandatario.
La advertencia ya había corrido semanas antes con aire de runrún político en La Habana, Caracas y otras capitales, después de que el mismo Correa dijo que los gobiernos de la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) estaban valorando expulsar a la USAID por considerar que ésta lesiona la soberanía de los países del grupo, léase Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y el propio Ecuador.
El gobernante ecuatoriano acusó a la agencia estadounidense de cooperación para el desarrollo de financiar a grupos de la oposición con $4,3 millones de dólares. Al igual que le alarma que la prensa libre pueda fiscalizar su gestión de gobierno –y por eso le ha declarado la guerra a la libertad de expresión—a Correa también le preocupa la labor que realizan en Ecuador las organizaciones no gubernamentales.
La acusación generalizada de los miembros de la alianza es que la USAID está buscando “desestabilizar a gobiernos progresistas”, y quieren hacerla desaparecer del escenario de la misma manera que se han propuesto desmantelar organismos hemisféricos como la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en los que la participación de EE.UU. ha sido históricamente medular.
Pero, ¿qué ha hecho la USAID en Ecuador para que el presidente Correa la acuse de injerencismo político? ¿A qué le teme el mandatario ecuatoriano? La información es pública, y para saberlo sólo basta con indagar someramente aquí y allá en Internet , contrastando los hechos con los inflamados y patrioteros discursos de los gobernantes de la Alianza Bolivariana.
Uno de los programas de la USAID en Ecuador, denominado Desarrollo Alternativo, ha contribuido a la expansión económica de las zonas fronterizas en el norte y sur del país, con proyectos agropecuarios y de infraestructura. Sólo en 2009 fueron creados más de 7.000 nuevos puestos de trabajo, y desde su inicio en 2001 más de 111 mil 400 familias se han beneficiado con la construcción de 86 puentes, 161 sistemas de agua potable, 63 sanitarios y 16 de irrigación.
En virtud de otro de sus planes, la USAID ha contribuido a fortalecer el sistema democrático, apoyando a 76 gobiernos locales para reforzar un mejor acceso a la justicia, ampliar la participación de la sociedad civil, y promover la celebración de elecciones justas, inclusivas y transparentes, para lo cual entrenó a más de 9 mil observadores ecuatorianos.
La USAID también ha sido fundamental en la tarea de organizar y asesorar a pequeños productores y negocios en el país, cuyos ingresos sólo en 2009 experimentaron un incremento de 35 por ciento. También ha respaldado y garantizado el otorgamiento de créditos al sector productivo, con la concesión de más de 1.200 préstamos por más de ocho millones y medio de dólares, casi la mitad de ellos dados a mujeres.
Los aportes de la agencia en materia de protección ambiental y conservación de la biodiversidad de Ecuador han sido igualmente meritorios, particularmente en territorios indígenas, y en casi dos millones de hectáreas de ecosistemas considerados críticos, a lo que habría que agregar un nuevo proyecto que comprende 265.000 hectáreas en zonas costeras.
La agencia ha financiado además planes no sólo dirigidos a proteger la biodiversidad nacional sin también a mejorar la calidad del agua, y facilitó el entrenamiento de más de 14.000 personas en métodos para la conservación de recursos naturales. En resumen, alrededor de dos terceras partes de los casi $20 millones de dólares que la USAID invierte al año en Ecuador están destinados a proyectos ambientales.
Para no apartarse de la receta, a la que ya han recurrido en el hemisferio, entre otros, regímenes como el de Daniel Ortega, en Nicaragua; los hermanos Castro, en Cuba: Hugo Chávez, en Venezuela, y Evo Morales, en Bolivia, es ahora el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien aduce que una entidad extranjera atenta con los intereses de su país.
Correa acaba de anunciar hace unos días que su gobierno impondrá condiciones a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y que si no las cumple tendrá que irse de Ecuador. “...que les vaya bonito, vayan a ayudar nomás a otros países", dijo el mandatario.
La advertencia ya había corrido semanas antes con aire de runrún político en La Habana, Caracas y otras capitales, después de que el mismo Correa dijo que los gobiernos de la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) estaban valorando expulsar a la USAID por considerar que ésta lesiona la soberanía de los países del grupo, léase Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y el propio Ecuador.
El gobernante ecuatoriano acusó a la agencia estadounidense de cooperación para el desarrollo de financiar a grupos de la oposición con $4,3 millones de dólares. Al igual que le alarma que la prensa libre pueda fiscalizar su gestión de gobierno –y por eso le ha declarado la guerra a la libertad de expresión—a Correa también le preocupa la labor que realizan en Ecuador las organizaciones no gubernamentales.
La acusación generalizada de los miembros de la alianza es que la USAID está buscando “desestabilizar a gobiernos progresistas”, y quieren hacerla desaparecer del escenario de la misma manera que se han propuesto desmantelar organismos hemisféricos como la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en los que la participación de EE.UU. ha sido históricamente medular.
Pero, ¿qué ha hecho la USAID en Ecuador para que el presidente Correa la acuse de injerencismo político? ¿A qué le teme el mandatario ecuatoriano? La información es pública, y para saberlo sólo basta con indagar someramente aquí y allá en Internet , contrastando los hechos con los inflamados y patrioteros discursos de los gobernantes de la Alianza Bolivariana.
Uno de los programas de la USAID en Ecuador, denominado Desarrollo Alternativo, ha contribuido a la expansión económica de las zonas fronterizas en el norte y sur del país, con proyectos agropecuarios y de infraestructura. Sólo en 2009 fueron creados más de 7.000 nuevos puestos de trabajo, y desde su inicio en 2001 más de 111 mil 400 familias se han beneficiado con la construcción de 86 puentes, 161 sistemas de agua potable, 63 sanitarios y 16 de irrigación.
En virtud de otro de sus planes, la USAID ha contribuido a fortalecer el sistema democrático, apoyando a 76 gobiernos locales para reforzar un mejor acceso a la justicia, ampliar la participación de la sociedad civil, y promover la celebración de elecciones justas, inclusivas y transparentes, para lo cual entrenó a más de 9 mil observadores ecuatorianos.
La USAID también ha sido fundamental en la tarea de organizar y asesorar a pequeños productores y negocios en el país, cuyos ingresos sólo en 2009 experimentaron un incremento de 35 por ciento. También ha respaldado y garantizado el otorgamiento de créditos al sector productivo, con la concesión de más de 1.200 préstamos por más de ocho millones y medio de dólares, casi la mitad de ellos dados a mujeres.
Los aportes de la agencia en materia de protección ambiental y conservación de la biodiversidad de Ecuador han sido igualmente meritorios, particularmente en territorios indígenas, y en casi dos millones de hectáreas de ecosistemas considerados críticos, a lo que habría que agregar un nuevo proyecto que comprende 265.000 hectáreas en zonas costeras.
La agencia ha financiado además planes no sólo dirigidos a proteger la biodiversidad nacional sin también a mejorar la calidad del agua, y facilitó el entrenamiento de más de 14.000 personas en métodos para la conservación de recursos naturales. En resumen, alrededor de dos terceras partes de los casi $20 millones de dólares que la USAID invierte al año en Ecuador están destinados a proyectos ambientales.