Trabajadores, activistas y otras personas celebraron el Primero de Mayo en ciudades asiáticas y europeas con desfiles y marchas para pedir mejores condiciones de trabajo y más derechos laborales.
El Primero de Mayo se celebra en muchos países como Día del Trabajo. Los actos también ofrecen a muchos la oportunidad de exponer reclamaciones económicas o políticas más generales.
La policía en Estambul detuvo a docenas de personas que intentaron llegar a la plaza céntrica de Taksim en desafío a un veto del gobierno a las celebraciones del Día del Trabajo en el emblemático espacio.
Hace tiempo que el gobierno del presidente, Recep Tayyip Erdogan, prohibió las manifestaciones en Taksim por motivos de seguridad, aunque algunos partidos políticos y sindicatos han prometido marchar sobre la plaza, que tiene un valor simbólico para los sindicatos.
En 1977, hombres armados no identificados abrieron fuego contra una celebración del Primero de Mayo en Taksim, lo que provocó una estampida y 34 muertos.
La policía levantó barricadas el miércoles y cortó todos los acceso a la céntrica plaza de Estambul. También se restringió el transporte público en la zona. Apenas se permitió la entrada a un pequeño grupo de representantes sindicales para colocar una ofrenda floral en un monumento en memoria de las víctimas del suceso de 1977.
Policías antimotines detuvieron a unos 30 miembros del Partido de Liberación Popular que intentaron abrirse paso en las barreras.
En Indonesia, los trabajadores expresaron su indignación por una nueva ley que según dijeron viola sus derechos y perjudica sus prestaciones sociales, y reclamaron protecciones para los trabajadores migrantes en el extranjero, así como una subida del salario mínimo.
Se esperaba que unos 50.000 trabajadores de las ciudades de Bogor, Depok, Tangerang y Bekasi, en los alrededores de Yakarta, se sumaran a las marchas en la capital, indicó Said Iqbal, presidente de la Confederación de Sindicatos de Indonesia.
La gente se congregó ante una fuerte presencia policial cerca del parque Monumento Nacional, ondearon banderas coloridas de grupos laborales y corearon lemas contra la Ley de creación de empleo y la relajación de las normas sobre deslocalización en una marcha hacia el principal estadio deportivo de la ciudad, Gelora Bung Karno.
“Con la aprobación de esta ley, nuestro futuro es incierto porque surgen muchos problemas en salarios, indemnización por despido y el sistema de contratos", dijo Isbandi Anggono, un manifestante.
El parlamento indonesio ratificó el año pasado una propuesta del gobierno que sustituye una ley controversial sobre creación de empleo, pero los críticos dicen que sigue beneficiando a las empresas. La ley pretendía reducir la burocracia como parte de los esfuerzos del presidente, Joko Widodo, de atraer más inversión al país, que es la economía más grande del sureste asiático.
En Seúl, la capital de Corea del Sur, miles de trabajadores cantaron, ondearon banderas y corearon lemas sindicales al inicio de su marcha el miércoles. Los organizadores dijeron que su prioridad era criticar lo que describieron como políticas contrarias a los trabajadores impulsadas por el gobierno conservador liderado por el presiden Yoon Suk Yeol.
“En los dos últimos años, bajo el gobierno de Yoon Suk Yeol, las vidas de nuestros trabajadores se han sumido en la desesperación”, dijo en un discurso Yang Kyung-soo, líder de la Confederación Coreana de Sindicatos, que organizó la marcha. “No podemos ignorar al gobierno de Yoon Suk Yeol. Les derrocaremos del poder nosotros mismos”.
Los miembros del grupo condenaron la decisión de Yoon de vetar en diciembre una ley para limitar los derechos de las compañías a pedir compensaciones causadas por huelgas. También acusan al gobierno de gestionar de forma demasiado agresiva las huelgas de camioneros de 2022 y de insultar a los trabajadores de la construcción que según las autoridades participaban en supuestas actividades irregulares.
Los participantes en la marcha en Seúl recorrieron las calles del centro, y se celebraron marchas en más de una decena de lugares del país. La policía indicó que había movilizado a miles de agentes para mantener el orden, aunque en un primer momento no había reportes de violencia.
En Japón, más de 10.000 personas se congregaron en el parque Yoyogi del centro de Tokio para un evento del Primero de Mayo y pidieron incrementos salariales que dijeron podrían compensar las subidas de precios. Masako Obata, líder de la izquierdista Confederación Nacional de Sindicatos, dijo que los menguantes salarios han empeorado las condiciones de vida de muchos trabajadores japoneses y agravado la desigualdad.
“En este primero de Mayo, nos unimos con nuestros compañeros trabajadores de todo el mundo que se alzan por sus derechos”, dijo, antes de exclamar "¡banzai!" (larga vida) a los asistentes.
En la capital de Filipinas, Manila, cientos de trabajadores y activistas de izquierdas marcharon bajo un calor abrasador para reclamar subidas salariales y seguridad laboral, ante la importante subida de los precios de la comida y el combustible.
La policía antidisturbios impidió a los trabajadores que protestaban acercarse al palacio presidencial. Ondeando banderas rojas y carteles con mensajes como “Queremos trabajar para vivir, no para morir” y “Precios más bajos, suban los salarios”, los inconformes caminaron por la calle, corearon lemas y ofrecieron discursos sobre las dificultades que enfrentan los trabajadores filipinos.
Conductores humildes se sumaron a la protesta y pidieron que el gobierno abandone un plan de modernización que temen termine retirando de las calles de Manila sus jeepneys, unos vehículos anticuados y que son una importante forma de transporte público.
Se esperaban marchas similares del Primero de Mayo en otras ciudades asiáticas y europeas.
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