Las autoridades mexicanas comenzaron a reubicar a los migrantes centroamericanos que llegaron a Tijuana en caravana, trasladándolos de un refugio atiborrado que está cerca de la frontera con Estados Unidos hacia un salón de eventos alejado del cruce fronterizo, y advirtieron el viernes que ya no se dará servicio en el primer lugar.
El jueves por la noche y el viernes por la mañana, unos 755 migrantes abordaron autobuses en el complejo deportivo habilitado como refugio temporal rumbo a su nuevo albergue, situado a unos 15 kilómetros (10 millas) de la garita fronteriza de Otay Mesa y a 22 kilómetros (14 millas) de San Ysidro, en donde hacen fila los solicitantes de asilo.
Carlos Padilla, un vendedor ambulante de joyería de 57 años y originario de Honduras, esperaba afuera del complejo deportivo mientras las autoridades vaciaban el lugar. Estaba con un niño de 12 años que acogió después de que los padres del menor abandonaron el contingente para volver a Honduras.
Sentado en la acera con los zapatos y los calcetines empapados que usa incluso por la noche por miedo a que se los roben, Padilla dijo que dormía sobre el piso en una parte techada del complejo deportivo, pero que el viento llevó el agua a zonas expuestas.
Los baños quedaron inundados y no había papel higiénico.
“Fue pésimo”, dijo Padilla, quien espera solicitar asilo junto con el niño en Estados Unidos y encontrarse con su hermano en Los Ángeles. “Parecía una playa”.
Alejandro Magallanes, asistente del director del departamento municipal de servicios sociales, dijo que las autoridades esperaban transportar a la mayor cantidad de migrantes posible el viernes. La preocupación había estado creciendo por las condiciones insalubres en el complejo deportivo, donde los migrantes dormían en pequeñas tiendas de campaña en medio del lodo.
Magallanes dijo que no se obligará a nadie a mudarse a las nuevas instalaciones, un enorme edificio conocido como El Barretal, que ha sido utilizado para conciertos y otro tipo de eventos.
Muchos migrantes que esperan cruzar a Estados Unidos no se quieren alejar tanto de la frontera. Pero las autoridades de la ciudad dijeron que dejarán de ofrecer comida y servicios médicos en el complejo deportivo Benito Juárez el viernes y los migrantes que permanezcan en el lugar tendrán que conseguir su propia comida, dijo Magallanes.
José Castro, un recolector de plátanos hondureño de 45 años, dijo que durmió junto a su esposa y sus dos hijas, de 4 y 5 años de edad, bajo sábanas de algodón mojadas en un paraje al aire libre dentro del refugio. Planea solicitar asilo en Estados Unidos.
Cuando se le pidió que describiera las condiciones dentro del complejo, solo pudo decir: “lodo, agua, viento”, debido a que perdió casi toda la voz debido a una fuerte tos.
Los expertos han dicho estar preocupados por las condiciones insalubres en el complejo deportivo donde había más de 6.000 migrantes, el doble de su capacidad. Había basura, y los casos de personas con piojos e infecciones respiratorias habían estado aumentando con los días.
Magallanes dijo que muchos migrantes se apretujaron en el gimnasio del complejo al aire libre cuando comenzó a llover el jueves por la noche. El complejo estaba lleno de lodo por la tormenta. El viernes, la lluvia fue intermitente.
Algunos migrantes hallaron trabajo cerca del complejo y no habían decidido si se mudarían a un lugar desconocido, aunque ofrezca un techo para dormir.
Las autoridades y los residentes de Tijuana temen que los migrantes traten de cruzar de nuevo la frontera en un grupo grande y a la fuerza. La primera vez que lo hicieron, el fin de semana pasado, Estados Unidos ordenó el cierre temporal del cruce fronterizo más cercano, que los residentes de Tijuana usan para ir a trabajar y hacer compras al lado estadounidense.
El jueves por la noche, varios migrantes treparon o se arremolinaron en la barrera fronteriza y fueron detenidos por agentes estadounidenses. Seis hombres y una mujer que brincaron o se escabulleron entre el cerco fronterizo fueron detenidos rápidamente por agentes de inmigración.
Un hondureño trató de nadar hasta el lado estadounidense pero la fuerte marea del Pacífico lo sorprendió tan pronto como entró al mar. Un equipo mexicano de socorristas lo rescató y lo llevó a una ambulancia.