Una curiosa mezcla de druidas, paganos, hippies, vecinos, turistas y brujas y magos disfrazados se reunieron este miércoles en el círculo de piedra prehistórico de Stonehenge, en una llanura en el sur de Inglaterra, para expresar su devoción al sol, o para un poco de diversión, en el primer día de verano del hemisferio norte.
Los asistentes, muchos vestidos con trajes coloridos e incluso astas de animales, pasaron la noche en Stonehenge y celebraron antes de recibir el amanecer el miércoles, el día más largo del año en el hemisferio.
El sol se alzó tras la piedra conocida como Heel Stone, en la zona nordeste del horizonte, y los primeros rayos iluminaron el centro del círculo de piedra.
El cielo estaba despejado, algo que no siempre ocurre en el verano inglés.
El comienzo oficial del verano llevaba el optimismo a Gran Bretaña. No es una coincidencia que el cercano Festival de Glastonbury, una de las citas musicales más destacadas del mundo, también abra sus puertas este miércoles. Tanto Stonehenge como Glastonbury están sobre supuestas líneas ley, conexiones de energía mística en todo el país.
Para los miles de personas que hacen el peregrinaje a Stonehenge, aproximadamente 128 kilómetros al suroeste de Londres, la cuestión es algo más que esperar la aparición de Elton John en Glastonbury o tomarse unas sidras al sol.
Muchos de los que estaban en Stonehenge harían el breve viaje de 80 kilómetros hacia el oeste para llegar a Glastonbury en los próximos días.
Para los druidas, personas modernas con creencias espirituales asociadas a la antigua orden religiosa celta, el monumento tiene una importancia centenaria. Ataviados con túnicas blancas tradicionales, celebraron rituales relacionados con el ciclo de la vida, de muerte y renacimiento.
En esta ocasión, el solsticio de verano en Stonehenge comenzó a las 19:00 del martes y duraba hasta las 8:00 de la mañana del miércoles. Durante esa noche se permitió a la gente pasar dentro del círculo de piedra. Otros cantaban o tocaban guitarras acústicas o tambores.
El alcohol estaba prohibido, al igual que los equipos de sonido. Los asistentes podían llevar mantas, pero no sacos de dormir. Y desde luego, nada de trepar a las piedras, por favor.
Las normas se han ido endureciendo a lo largo de las décadas, especialmente durante la pandemia del coronavirus. En épocas menos restrictivas, decenas de miles de personas viajaban a pie o por carretera para celebrar ritos en el templo solar o simplemente para divertirse.
Es un símbolo de la cultura e historia británica y sigue siendo una de las mayores atracciones turísticas del país, pese a los atascos aparentemente fijos en la cercana autopista A303, una popular ruta para viajar a y desde el suroeste de Inglaterra.
Stonehenge, uno de los monumentos prehistóricos más famosos del mundo y reconocido como Patrimonio de la Humanidad, empezó a construirse por fases en las llanuras de Salisbury hace 5.000 años. El círculo de piedras se levantó al final del Neolítico, en torno al 2.500 a.C.
Se sabe que algunas de sus piedras proceden de las colinas Preseli, en el suroeste de Gales, a casi 240 kilómetros, pero el origen de las demás sigue siendo un misterio.
El significado del lugar ha sido objeto de un encendido debate, con algunas teorías más estrafalarias, si no extraterrestres, que otras.
English Heritage, una organización benéfica que administra cientos de lugares históricos, menciona varias hipótesis, como que Stonehenge fuera un lugar de coronación para reyes daneses, un templo druida, un centro religioso de sanación o una computadora astronómica para predecir eclipses y eventos solares.
La organización dijo que la interpretación más aceptada en general “es la de un templo prehistórico alineado con los movimientos del sol”, ya que las piedras están perfectamente alineadas con el sol en los solsticios de invierno y verano.
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