El gobierno sirio parecía estar cerca de poner fin a la resistencia rebelde en Ghouta oriental mientras civiles salían de una de sus ciudades sitiadas y los insurgentes se preparaban para perder otro pueblo el jueves.
El asalto del Ejército en Ghouta oriental, una zona de ciudades y tierras agrícolas justo en las afueras de la capital, Damasco, ha sido uno de los más intensos en los siete años de guerra en Siria, donde han muerto más de 1.500 personas en un implacable bombardeo con cazas, proyectiles de mortero y misiles.
La televisión estatal siria mostró líneas de autobuses preparándose para entrar en la ciudad de Harasta para transportar a combatientes y a sus familias a áreas de la oposición en el noroeste de Siria, en un acuerdo mediado por Rusia, un aliado del gobierno de Bashar al-Assad.
En tanto, el grupo de monitorización Observatorio Sirio de los Derechos Humanos dijo que más de 4.000 personas habían huido de la ciudad de Douma, en manos de rebeldes, desde el miércoles.
Ataques aéreos golpearon partes de Ghouta oriental el jueves por la mañana y afectaron los poblados de Arbin y Zamalka, donde dejaron 19 muertos, según el observatorio.
Un oficial del Ejército entrevistado por la televisión estatal llamó a los rebeldes que aún no habían negociado un acuerdo a que abandonen la lucha. “La muerte vendrá por ustedes si no se rinden”, aseguró.
El domingo, Assad condujo en persona a un recientemente capturado frente de batalla en Ghouta oriental, en una demostración de su creciente confianza mientras la guerra contra los rebeldes vira en forma más decisiva a su favor.
La brutalidad de la ofensiva del Ejército sirio en Ghouta oriental ha provocado la condena occidental y a llamados urgentes de agencias humanitarias de Naciones Unidas para un cese al fuego.