Cuando Laura Zúñiga denunció a su agresor, un colega chofer en la compañía de camiones donde trabajaba, lo hizo a pesar del miedo a perder su sustento. "En ese momento dije basta, no quiero que esto me pase a mi de nuevo, o le pase a otra persona", recordó en conversación con la Voz de América.
"Me quedaba callada porque no quería perder mi trabajo (...) pero me cansé. Yo tengo tres hijas, por eso quiero hablar, para que otra gente hable, no se queden callados, que sepan que no están solos. Alzamos la voz para que nuestras hijas no tengan miedo de hablar", explicó Zúñiga, cuya historia es sólo una de las miles que han salido a la luz en medio del movimiento MeToo o Yo También, en español.
A seis años de la viral reivindicación #metoo, seguida por el #yosítecreo en Latinoamérica, las víctimas de abuso sexual siguen alzando sus voces contra agresores en un esfuerzo que traspasa fronteras y todavía sigue muy vivo.
La chispa que encendió redes
Como movimiento, el MeToo precede a su explosión virtual de hace seis años. Su fundadora, la sobreviviente y activista Tarana Burke, lo creó en 2006 como una red de ayuda y apoyo a víctimas como ella.
Sin embargo, no fue hasta octubre de 2017 que la chispa se volvió incendio en las redes, cuando la actriz estadounidense Alyssa Milano utilizó el hashtag con esas dos palabras para visibilizar sus denuncias contra el malogrado productor Harvey Weinstein y urgió a compartir historias similares.
Poco más de un lustro después, existen millones de relatos registrados y poderosos personajes, sobre todo hombres, han perdido sus trabajos y su reputación debido a abusos cometidos, en ocasiones, décadas antes.
"El movimiento MeToo ha sido una gran ruptura en cuanto a lo que adujo Weinstein cuando fue acusado y condenado. Este, sin más opción, intentó disculparse por sus actos, intentando argumentarse con que creció en las décadas de los 60 y 70, cuando las 'reglas sobre el comportamiento y los lugares de trabajo eran diferentes' a las de ahora", explicó a la VOA la presidenta de la oenegé Red Femenina de Cuba, Elena Larrinaga.
Por su parte, la doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la Universidad Girona en España, Guiomar Rovira Sancho, enfocó un artículo reciente en cómo el hashtag dependió de los esfuerzos de los activistas para construir una comunidad afectiva para la divulgación del acoso sexual.
Cambiando mentes y leyes en Latinoamérica
Rovira Sancho indicó a la VOA que en casos latinoamericanos como en México, Venezuela y Chile se han dado ejemplos del efecto de MeToo en las denuncias. “En el 2019 el MeToo chileno estalló sobre todo en las universidades y fue a partir de ahí que se produjo una ola de movilizaciones de mujeres estudiantes y que cambiaron completamente el sentido del movimiento estudiantil y se convirtió en un movimiento feminista muy potente”, apuntó.
La investigadora aseguró que este fue uno de los hechos que dio pie a que en la constituyente se incluyera la paridad de género. “Eso es importante porque nace del MeToo, o del mayo chileno, como se le llama”.
En Venezuela, resaltó el #YoTeCreoVzla, que “tuvo un gran impacto” aunque no haya representado directamente el Me Too.
En Argentina, además, aseguró que “el caso más interesante de variante en la campaña del Me Too” fue el #MiraComoNosPonemos, que fue iniciado tras una denuncia penal realizada por la actriz Thelma Fardin contra el actor Juan Darthés por alegado abuso y violación.
El movimiento también tuvo su influencia en Cuba, donde a pesar de las limitaciones a la libertad de expresión y la falta de acceso asequible a Internet, se ha usado el hashtag #YoSíteCreoCuba para visibilizar y apoyar a las víctimas.
Aún así, todavía es muy difícil cambiar patrones asentados por cientos de años en una cultura como la latinoamericana. "Cambiar la mentalidad patriarcal es complicado y lento . Es un comportamiento asentado por siglos en la sociedad y alguna manera aceptada - por inercia - por el conjunto", advirtió Larrinaga.
"Quiero un cambio"
Precisamente para tratar de romper la inercia, Laura Zúñiga dijo basta. "Yo quiero cambiar la cultura, quiero que empiece con mis hijas. Ellas son muy tímidas, son muy calladas, pero quiero cambiarlas. Y si dicen No tienes que hablar, me recuerdan a mí cuando era de chamaca. No quiero que sean así, quiero que digan algo", insistió.
Zúñiga pensó que en octubre de 2020 había encontrado un buen trabajo: como chofer de camiones de mercancía de largas distancias. Este es una profesión dominada por hombres, pero bien pagada. Su compañía, Eagle Trucklines, le asignó una carga que debía ser transportada desde Fresno, California, hasta Florida.
Ella nunca llegó a su destino. Antes, sufrió acoso y abuso de su compañero de viaje, algo que Zúñiga denunció, primero a su despachador, y luego a la policía. No pasó de una reprimenda. La empresa decidió despedirla sin reembolsarle por el día de trabajo y el camino que ya había recorrido antes de dejar el camión y a su agresor, que continuó luego conduciendo como si nada hubiera pasado.
"Me sentí desamparada", recordó Zúñiga, quien explica que todavía, a más de tres años de la agresión y una sentencia a su favor en la corte por violaciones de sus derechos laborales, Eagle Trucklines todavía no se ha hecho responsable. La lucha porque la empresa y su agresor paguen las consecuencias de sus actos continúa.
Aunque reconoce que es muy difícil cambiar costumbres de una sociedad machista como la latinoamericana, ella no quiere dejar de luchar, sobre todo, por sus hijas. "Yo quiero cambiar la cultura con mis hijas. Ellas son muy tímidas, son muy calladas, pero quiero cambiarlas", aseguró.
"Yo quiero que ellas se sientan libres de hablar. Todos los días hay mujeres acosadas, todos los días les pasan cosas y quiero que haya un cambio", subrayó Zúñiga, que encontró en la oenegé de asesoría legal laboral Legal Aid at Work y en su abogada, Nora Cassidy, una invaluable ayuda, que tuvo a su vez un empujón desde un fondo creado expresamente para víctimas de abuso.
Un Fondo para ayudar a las víctimas
Legal Aid at Work, que se encarga de ayudar a trabajadores de bajos ingresos en California con sus problemas legales, "obviamente no tiene suficientes recursos" para encargase por sí solo de asumir todas los honorarios legales de los casos, en su gran mayoría, extensos y caros, explicó Cassidy a la VOA.
Ahi es donde entra el Fondo Legal Time´s Up del National Women's Law Center (NWLC), una organización sin fines de lucro con sede en Washington. Gracias a los fondos recaudados por el NWLC, cientos de casos de abuso han recibido asistencia monetaria para ser llevados frente a un tribunal, entre ellos el de Laura Zúñiga.
"Desde el lanzamiento del Fondo, en enero de 2018, hemos apoyado económicamente a más de 400 casos legales que tienen que ver con acoso sexual y represalias en el trabajo. Y otra cosa que hacemos importante es que conectamos a individuos que están buscando asistencia legal con abogados", indicó la directora del Fondo en el NWLC, Jennifer Mondino.
Mondino detalló que la oenegé tiene lo que llama una Red Legal de Equidad de Género, conformada por unos 500 abogados en todo EEUU. "Ellos se han ofrecido a dar consultas iniciales gratuitas a individuos que vienen a nosotros buscando asistencia legal con asuntos que tienen que ver con acoso sexual y otras formas de discriminación a base de sexo", precisó.
Según Cassidy, la ayuda del Fondo les ayuda a continuar asistiendo a la comunidad. Para Laura Zúñiga fue una mano amiga invaluable que le permitió llevar adelante su denuncia y hasta hablar "frente a muchas personas" que escucharon de primera mano su historia de resiliencia. "Me pedían 4.000 dólares cuando llamaba para saber si abogados me podían ayudar (...) Sola no hubiera podido", advierte la mexicana.
"Más de 10.000 personas han venido a nosotros pidiendo ese tipo de asistencia legal y hemos conectado a más de 5.000 personas con abogados en situaciones de acoso sexual en el trabajo. El número no ha bajado desde entonces (...) creo que eso es algo que demuestra cuánta necesidad había y el poder realmente de este movimiento", afirmó a su vez Jennifer Mondino.
La directora del Fondo Legal Time´s Up del NWLC destacó que cuentan con abogados que hablan español.
"Cuando estamos eligiendo cuáles casos vamos a apoyar económicamente, tenemos factores que tomamos en cuenta y uno de ellos es que la persona esté enfrentando distintos tipos de discriminación a la misma vez. (...) Discriminación a base de sexo, pero a la misma vez a base de su estatus migratorio o su raza o su orientación sexual o algo así. Y esos son tipos de casos que tenemos más interés todavía en apoyar", dijo.
Mondino mencionó entre los casos que han apoyado a "latinos, inmigrantes que quizás temían hablar acerca de sus experiencias, no solo por miedo de perder el trabajo, pero quizás por miedo de estar en una situación precaria en el país por su estatus migratorio".
Esfuerzos por empoderar
Para Mondino, el levantar la voz y denunciar acosos y abusos son "el tipo de cosas que poco a poco empieza a crear cambio, a crear cambio en las normas de nuestra cultura, en cambiar las culturas de los empleadores".
"Creo que ahora que estamos en el aniversario de seis años mirando para atrás, yo he estado viendo estos cambios. Tenemos mucho más que hacer, pero hemos visto algunos casos impresionantes, como el de Laura Zúñiga, que es uno de los que me voy a acordar de ella para siempre", agregó.
A pesar de que "indudablemente" aún queda mucho por ahora " ya los organismos internacionales y la sociedad en su conjunto está trabajando en soluciones y respuestas integradas, es decir desde la educación en el colegio, hasta los medios de comunicación", opinó por su parte Elena Larrinaga.
La directora de la Red Femenina de Cuba destacó el "enorme esfuerzo para empoderar a la mujer" como "un ejercicio imprescindible para obtener sociedades sanas e igualitarias.
Los avances serán paulatinos, pero lo más importante es que sean sólidos", concluyó.
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