El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo durante una entrevista que publica el diario La Nación de Buenos Aires, Argentina, que el presidente Hugo Chávez es "un factor de estabilidad en Venezuela".
En particular, al ser preguntado si consideraba que la convalecencia de Chávez podía tener algún impacto en la política regional, en función de la relación de vecindad de Colombia y Venezuela, Santos respondió que “hasta ahora no lo ha tenido. El presidente Chávez es un factor de estabilidad en Venezuela y la estabilidad es siempre un elemento muy importante dentro de la política, no solamente interna, sino externa”.
El mandatario colombiano incluso no dudó en destacar los nuevos lazos entre Colombia y Argentina, en particular tras los años de tensiones durante los dos períodos de gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, por el cual Santos dijo tener "gratitud, admiración y respeto".
Santos se reunió en Buenos Aires con la presidenta Cristina Fernández y con el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y no dudó en señalar que “salgo muy satisfecho de la visita a la Argentina. Es una especie de relanzamiento, como lo dijo la propia presidenta, haciendo alusión a que nuestras relaciones no han sido las más fáciles en los últimos 10 años".
También Santos rechazó las declaraciones de ex subsecretario de Estado adjunto de Estados Unidos, Roger Noriega, quien señaló que el mandatario colombiano no enfrenta a Chávez por tener menos apoyo de la Casa Blanca, según le preguntó La Nación. En tal sentido, Santos rechazó la afirmación de Noriega y dijo que “es una posición que refleja la polarización política interna en Estados Unidos”.
Santos cerró la entrevista con un toque de buen humor y tras ser preguntado si extrañaba los tiempos en que se desempeñaba como periodista, reconoció que lo hacía “todos los días. Pienso cómo es de fácil ser periodista y difícil ser gobernante”.
El mandatario reafirmó su posición a favor de “tener total libertad de prensa. Creo que la crítica, así sea muchas veces injusta y malintencionada, es como un baño de agua fría para el gobernante que lo mantiene despierto y pendiente de no cometer errores”.
