Un grupo de legisladores demócratas —y unos cuantos republicanos— enviaron un claro mensaje al presidente Donald Trump: no juegue con Robert Mueller, el fiscal especial que investiga la posible interferencia rusa en las elecciones de 2016.
A los legisladores les preocupa que el presidente pueda tratar de responder negativamente a las dos primeras imputaciones en el caso y una aceptación de culpabilidad de sus exasesores revelada el lunes, y que regresen las críticas del presidente hacia Mueller y la investigación.
“El presidente no debe, bajo ninguna circunstancia y de ninguna manera, interferir con el trabajo del fiscal especial”, dijo el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer. “De hacerlo, el Congreso debe responder de inmediato, inequívocamente y de forma bipartidista para asegurarse de que la investigación continúe y la verdad —toda la verdad— salga”.
El senador por Virginia, Mark Warner, el demócrata de más alto rango en la Comisión de Inteligencia, añadió: “Los miembros del Congreso, republicanos y demócratas, también deben dejarle claro al presidente que sería inaceptable que perdonara a cualquiera de sus allegados o que se perdonara a sí mismo, porque eso daría como resultado una inmediata acción bipartidista por parte del Congreso”.
Los republicanos fueron menos explícitos, pero muchos enviaron un mensaje similar.
“No creo que nadie en sus cabales en la Casa Blanca pueda estar pensando en reemplazar al señor Mueller a menos que haya una buena razón”, dijo el senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, un republicano que a veces es crítico y a veces amigable con el presidente Trump.
El senador Bob Corker, uno de los críticos constantes del presidente, dijo ni siquiera “poder imaginar” que Trump vaya a despedir a Mueller.
Mientras tanto, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo a los reporteros que “no hay intenciones o planes de hacer cambios en lo que respecta al fiscal especial”, pero los legisladores no han bajado la guardia desde mayo, cuando Trump abruptamente despidió al director del FBI, James Comey, y se nombró a Mueller.
Inicialmente el presidente fue más crítico del fiscal especial y en algún momento su equipo legal analizó los conflictos potenciales que rodean al equipo de Mueller, incluyendo el historial de sus miembros y las contribuciones políticas de algunos de ellos a la demócrata Hillary Clinton.
Luego de esos comentarios, dos proyectos de ley bipartidistas surgieron en la Comisión Judicial del Senado con la intención de proteger al fiscal especial. El proyecto de ley patrocinado por Graham prevendría el despido del fiscal especial a menos que éste fuera primero revisado por un panel de tres jueces federales. El otro proyecto de ley, patrocinado por el senador republicano por Carolina del Norte, Thom Tillis, permitiría que el fiscal especial apelara ante el Departamento de Justicia un eventual despido.
Tras las muestras iniciales de apoyo a los proyectos, estos se han estancado, en parte porque cesaron las criticas de Trump a Mueller, pero también porque algunos expertos cuestionaron su legalidad.
El lunes, el mismo Graham dijo que no había ningún apuro en aprobar su proyecto de ley “hasta que me muestren una razón de que el puesto de Mueller está en peligro”.
Así, los republicanos trataron de demostrar que siguen enfocados en la reforma impositiva y que las imputaciones no les desviará de sus metas. “No nos distrae de ninguna forma”, aseguró Corker. “No creo que sea un factor”.
AP