La decisión del presidente Donald Trump de retirar las tropas estadounidenses de Siria ha ocasionado un vertiginoso reacomodo del tablero de la región, que no se definió lo suficientemente rápido como para evitar que importantes prisioneros del Estado Islámico, que estaban detenidos en la zona nordeste de Siria, lograran escapar.
Algunos estaban bajo la custodia de la fuerza estadounidense, de unos 1,000 soldados. Otros estaban encarcelados en instalaciones de los rebeldes kurdos, que peleaban contra el régimen de Bachar el Asad y contra el Estado Islámico, contando con lo que consideraban era el confiable respaldo de Estados Unidos.
Pero al retirarse abruptamente las tropas estadounidenses y supuestamente dar luz verde a una operación militar de Turquía contra rebeldes Kurdos a los que Ankara considera terroristas, la prioridad pasó a ser el ataque turco y no el resguardo de los prisioneros de ISIS.
El tablero se espera, según analistas, luzca algo así: Estados Unidos sin presencia en Siria y con daño a su credibilidad, los kurdos aliados ahora al régimen de Asad, Rusia e Irán como fuerzas extranjeras preponderantes en Siria, y Turquía ocupando territorios sirios y combatiendo a grupos de rebeldes kurdos, a los que acusan de actos de terrorismo.
“Estados Unidos tendrá un papel reducido, será básicamente inexistente en Siria. Mientras se aumentará el predominio en el noreste de Siria de Irán y el régimen de Asad, ambos hostiles hacia Estados Unidos”, explicó el profesor Eric Lob, especialista en el Medio Oriente en la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
“Esto también daña la credibilidad de Estados Unidos al dejar a sus viejos aliados (kurdos) expuestos a ataques por parte de los turcos”, agregó Lob.
Y es que los estadounidenses no habían terminado de anunciar su retiro cuando las fuerzas de Turquía ya marchaban a cruzar su frontera sur para tomar el control de una franja fronteriza de territorio sirio que Turquía espera mantener como una zona de seguridad para evitar ataques de kurdos que abogan por el separatismo de territorios de Siria y Turquía.
“Es cierto que han habido ataques terroristas, mucha violencia contra objetivos turcos por parte de estos rebeldes kurdos”, explicó Lob. “Pero eso no justifica lo que los sirios consideran ahora una ofensiva turca que viola la soberanía siria y podría convertirse en una ocupación permanente de parte de su territorio en su frontera norte con Turquía”.
Lob dice no discrepar en lo general con la decisión estadounidense de salir de Siria, aunque sí considera que se pudo haber hecho de otra forma, que no resultara en retrocesos para los objetivos de Washington.
“Usando su presencia militar en el noreste de Siria, Trump pudo haber iniciado negociaciones con los actores del conflicto para definir puntos como la seguridad de sus aliados kurdos, la custodia de los prisioneros del Estado Islámico, entre otros temas de interés para Washington.
Según Lob, el retiro de las tropas estadounidenses es coherente con la promesa electoral hecha por Trump de retirarse de los conflictos sin fin, especialmente cuando tal como ocurre en Siria, no se está claro quién asumiría el control al derrocarse a Asad y si “la medicina no sería peor que la enfermedad”.
Asad es considerado un criminal de guerra que llegó a usar armas químicas contra su propia población, al usar bombas con gas sarín en ataques a rebeldes kurdos, que afectaron a civiles, incluyendo niños y ancianos. Las imágenes de las víctimas agonizando por asfixia causaron indignación mundial.
El retiro de Estados Unidos abrió ahora las puertas a que Moscú, que venía jugando un papel en la zona respaldando sin vacilación a Asad, pasara a ocupar un lugar preponderante en el balance de poderes en Siria.
Tropas rusas, junto a militares sirios, se desplegaron rápidamente a zonas fronterizas del norte del país para evitar el avance del operativo militar turco. Los militares rusos fueron encontrando y ocupando puestos militares abandonados por los estadounidenses en su abrupta retirada.
Rusia, seguida ahora por Irán, estrenan el rol de los países con mayor influencia en Siria, llenando de esa forma el vacío dejado por el retiro estadounidense. A última hora, Washington despachó al vicepresidente, Mike Pence, a un viaje a Turquía para intentar lograr un cese de su ofensiva en Siria, al tiempo que impone las mayores sanciones económicas posibles a Estambul. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya dejó claro que la operación “Manantial de Paz” no se detendrá hasta no alcanzar sus objetivos.
Entre la población kurda del norte de Siria, muchos expresaban su indignación por la retirada de Estados Unidos al que ayudaron con sangre y fuego a combatir al Estado Islámico, sólo para sentirse ahora abandonados a su suerte. El diario estadounidense The Washington Post calificó el abandono de los kurdos como “una mancha en la conciencia” de Estados Unidos.