Los periodistas de la sala de redacción de Las Vegas Review-Journal en Nevada estaban de duelo cuando llegó la reportera Lizzie Johnson en noviembre pasado.
Su colega, el veterano reportero del Review-Journal Jeff German, había sido encontrado muerto a puñaladas frente a su casa de los suburbios el 3 de septiembre. Johnson, que trabaja para The Washington Post, había volado desde Washington para terminar la última historia en la que había estado trabajando German.
Cuando el editor de Johnson le preguntó si quería hacerse cargo de la investigación, ella “inmediatamente” dijo que sí. “Sentí como un gran honor que me pidieran ayudar a hacer algo tan importante”, explicó a la Voz de América.
Mientras Johnson se hizo cargo de esa cobertura, los colegas de German se concentraron en cubrir la investigación policial de Robert Telles, quien está acusado de asesinato con un arma mortal.
El exadministrador público del condado de Clark había sido objeto de un informe de German sobre una supuesta mala gestión en la oficina de Telles.
Telles, que había perdido una candidatura a la reelección en junio, se declaró inocente en una audiencia en octubre.
La historia final
En el momento de su asesinato, German estaba trabajando en una nueva historia, sobre un supuesto esquema Ponzi.
“Es una de las últimas historias que quería hacer y no tuvo la oportunidad de hacerlo, y eso no debería de morir con él”, dijo Johnson.
Esa historia finalmente se publicó el mes pasado: una colaboración entre Johnson y la fotógrafa del Review-Journal Rachel Aston, publicada en los sitios web de ambos medios.
Las investigaciones describieron cómo un supuesto esquema Ponzi de 500 millones de dólares dirigido a inversionistas mormones concluyó con un enfrentamiento armado en una mansión del desierto.
Para el editor ejecutivo del Review-Journal, Glenn Cook, “no fue solo para honrar el legado de Jeff que nos aseguramos de que sus historias estuvieran terminadas, sino también para que su asesinato no silenciara historias importantes”.
En 2022, al menos 67 periodistas y trabajadores de los medios fueron asesinados en todo el mundo, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), un fuerte aumento con respecto a las cifras de 2021.
Pero el asesinato de periodistas en Estados Unidos no es común. El CPJ ha documentado 14 casos en el país desde que la organización sin fines de lucro comenzó a rastrear las muertes en 1992.
Aunque la historia del esquema Ponzi se completó, el asesinato de German le impide contar más historias, dijo Cook.
“La comunidad no podrá obtener el tipo de historias que Jeff pasó informando durante su carrera”, dijo.
El asesinato de German también es único por lo que puede significar para las leyes de protección, tanto en Nevada como en todo el país, según Cook. Estas leyes protegen a los periodistas de verse obligados a revelar información como la identidad de sus fuentes.
El Review-Journal dice que la policía de la ciudad incautó ilegalmente el teléfono de German, que puede incluir información confidencial, incluidas las identidades de fuentes confidenciales.
En enero, el medio de noticias le pidió a un juez que impusiera sanciones a la policía de la ciudad por no informar al periódico de que los investigadores habían registrado el teléfono celular de German. La decisión ahora irá a la Corte Suprema de Nevada después de que un juez rechazó la solicitud.
La policía ha dicho que el acceso a los dispositivos del reportero es necesario para comprender la motivación de su asesinato.
La situación podría provocar que las fuentes confidenciales se lo piensen dos veces antes de hablar con los medios, dijo Cook.
“Tener un colega brutalmente asesinado ya es bastante malo”, dijo Cook. “Pero el hecho de que el asesinato de Jeff German ahora amenace los derechos y libertades de la prensa es escandaloso y realmente nos tiene, como organización de noticias, absolutamente decididos a asegurarnos de que el legado de Jeff sea la defensa de la Primera Enmienda y no un precedente judicial dañino que perjudique al periodismo en todas partes”.
Solidaridad mediática
Cuando los periodistas son asesinados, las historias en las que estaban trabajando quedan sin publicar, a menos que otros periodistas intervengan para completarlas, dice el periodista francés Laurent Richard.
Para abordar eso, fundó la organización sin fines de lucro Forbidden Stories, que termina las historias de periodistas que han sido asesinados o encarcelados.
“Si nadie continúa con el trabajo de los periodistas asesinados, es una gran amenaza para la democracia”, dijo Richard a la VOA desde París. “Ya sea en Las Vegas o en Ciudad de México, debe continuar el trabajo de cada reportero asesinado”.
Si una historia no se completa, entonces el asesino obtiene lo que quería, manifestó Richard. Su organización tiene la misión de “derrotar la impunidad con el periodismo colaborativo”.
“Incluso es contraproducente matar a un periodista si sabes que otros se reagruparán y continuarán con su trabajo”, dijo Richard.
Para Johnson de The Post, investigar la historia significó equilibrar los desafíos típicos de los reporteros con la realidad de que se le asignó el artículo solo porque otro periodista había muerto.
“Había días en los que, si me permitía pensar demasiado en ello, me abrumaba”, dijo Johnson.
Trató de concentrarse en rastrear las fuentes y los documentos, pero explicó: "Siempre hubo estos momentos al final del día en los que estaba terminando y pensaba: 'La única razón por la que estoy en esta historia es porque alguien murió'. Eso es realmente algo de mucho peso”.
Visitar la redacción de Las Vegas ayudó a Johnson a sentirse más conectada con German.
“Sentí que estaba mucho más cerca de él y más cerca de su muerte después de eso”, dijo. “Pude ver su letra, y pude ver el escritorio en el que se sentaba todos los días. Pude ver cómo organizaba las cosas. Así que se sintió mucho más real después de eso”.
Johnson dijo que le cuesta encontrar las palabras para transmitir lo importante que le parecía contribuir al legado de German.
“Nos involucramos en este trabajo porque nos sentimos atraídos a responsabilizar al poder, a exponer las irregularidades”, dijo. “Pensar que un periodista sería asesinado en el transcurso de hacer eso, eso es difícil. Y luego pensar que su trabajo moriría con ello tampoco me parece bien”.
La sala de redacción del Review-Journal se llenó de “enorme orgullo” cuando finalmente se publicó la historia el mes pasado, dijo Cook. Pero también fue agridulce.
“También había una solemnidad al saber que esta era la última historia de Jeff”, dijo Cook, “y deseas con cada fibra de tu ser que el autor en la parte superior sea Jeff German”.
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