Los feligreses de una iglesia anglicana de una localidad poco poblada de la selva tropical de Guyana se reunieron recientemente para una subasta de plátanos, calabazas y otros productos durante un evento de la comunidad. Cantaron himnos y tocaron una campana después de cada oferta exitosa.
Ofrecieron oraciones de agradecimiento típicas de un festival de cosecha, pero también pidieron por la paz en su comunidad en medio de lo que ven como una amenaza existencial.
Su poblado, Surama, forma parte de la región de Esequibo de Guyana, un territorio más grande que Grecia y rico en petróleo y minerales que Venezuela reclama como suyo y cuyo futuro pretende decidir el domingo con un referendo.
Las implicaciones prácticas y jurídicas del referendo, que entre otras cosas pide convertir Esequibo en un estado venezolano, siguen sin estar claras, pero el referendo tiene en vilo a los residentes de la región.
“Estamos rezando, tenemos esperanza y fe de que no pasará nada negativo”, dijo Loreen Allicock, quien encabezó la congregación durante el festival de la cosecha. “Queremos seguir viviendo una vida pacífica en esta hermosa tierra nuestra”.
El presidente venezolano Nicolás Maduro ha puesto todo el peso de su gobierno en el referendo, y ha utilizado una retórica patriótica para tratar de atraer a los votantes a las urnas para que respondan cinco preguntas sobre el territorio, incluido si se debería otorgar la nacionalidad venezolana a los residentes actuales y futuros de la zona.
Guyana considera que el referendo es un caso de anexión y pidió a la Corte Internacional de Justicia el 14 de noviembre que suspenda partes de la votación. El tribunal no ha emitido una decisión, pero aunque falle contra Venezuela, el gobierno de Maduro pretende llevar a cabo el referendo el domingo.
El área de 159.500 kilómetros cuadrados representa dos terceras partes de Guyana. Sin embargo, Venezuela siempre ha considerado Esequibo como parte de su territorio debido a que la región estaba dentro de sus fronteras durante la época colonial española, y desde hace tiempo ha disputado la frontera decidida por árbitros internacionales en 1899, cuando Guyana seguía siendo una colonia británica.
El compromiso de Venezuela para continuar con el reclamo territorial ha cambiado con el paso de los años. Su interés volvió a aumentar en 2015, cuando ExxonMobil anunció que había encontrado petróleo de cantidades comerciales frente a la costa de Esequibo.
El último capítulo de la disputa ha causado molestia entre los residentes de la zona, la mayoría de los cuales son indígenas, contra el gobierno de Guyana. La información que tienen sobre el referendo les ha llegado principalmente a través de publicaciones de redes sociales poco precisas que sólo han creado confusión entre los guyaneses.
“Nos sentimos abandonados como la población de este territorio. No se está haciendo nada por nosotros en este momento”, comentó Michael Williams, líder indígena de la localidad de Annai, en Esequibo. “El gobierno... sólo viene cuando quiere nuestros votos. Ahora, está esta disputa. Nadie está aquí para decirnos: ‘Están estas cuestiones. Esto podría pasar. Dejen que nos preparemos para ello. Estamos negociando. Esperamos lo mejor’. Nadie viene a decirnos eso”.
La disputada frontera fue decidida por árbitros del Reino Unido, Rusia y Estados Unidos. Este último representó a Venezuela en el panel en parte debido a que el gobierno venezolano había roto las relaciones diplomáticas con el Reino Unido.
Funcionarios venezolanos afirman que los estadounidenses y los europeos conspiraron para engañar a su país para dejarlo sin el territorio, y alegan que un acuerdo de 1966 para resolver la disputa anuló en la práctica el arbitraje original.
Guyana, el único país anglohablante en Sudamérica, sostiene que el acuerdo inicial es legal y vinculante, y pidió a la Corte Internacional de Justicia en 2018 que determinara que así era.
Los votantes venezolanos tendrán que responder el domingo si están “de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho”, la frontera de 1899 y si apoyan el acuerdo de 1966 “como el único instrumento jurídico válido” para alcanzar una solución.
El gobierno de Maduro hizo un simulacro de referendo el 19 de noviembre para que los votantes se familiarizaran con la cuestión, pero no ha dado a conocer cuántos votantes participaron o cuáles fueron los resultados. Los funcionarios tampoco han ofrecido un calendario o medidas específicas en torno a cómo convertirán la región de Esequibo en un estado venezolano y otorgarán a los residentes de la zona la nacionalidad venezolana en caso de que los votantes aprueben las medidas propuestas.
Juan Romero, legislador del Partido Socialista Unido de Venezuela, al que también pertenece Maduro, comentó a la prensa estatal que una de las acciones que el gobierno tendría que emprender si la gente vota a favor de las medidas es una reforma constitucional para incorporar el inglés como uno de los idiomas oficiales de Venezuela.
Por su parte, otro legislador oficialista, William Fariñas, afirmó que los “esequibanos” ya “se sienten venezolanos”.
Eso, sin embargo, no podría estar más alejado de la realidad.
Los residentes de Esequibo están orgullosos de sus raíces indígenas. Mencionan los nombres de sitios de interés, en su idioma nativo, como un ejemplo de por qué creen que la región nunca perteneció a Venezuela, e insisten en que no quieren que el referendo afecte sus vidas.
Se tiene previsto que la Corte Internacional de Justicia emita una decisión esta semana sobre la solicitud de Guyana de suspender partes del referendo, pero aún faltan años para que el tribunal se pronuncie sobre la solicitud más amplia de Guyana de considerar válida y vinculante la decisión fronteriza de 1899. Los jueces aceptaron el caso en abril pasado a pesar de la oposición de Venezuela.
Mientras tanto, la residente de Esequibo, Jacqueline Allicock, tiene una pregunta para los votantes venezolanos: “¿Por qué querrían tomar algo que no les pertenece?”
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