Al borde de los 50 años, Teresa, una española que se mueve entre Washington y Europa por su trabajo y pidió no revelar su nombre completo, decidió hacerse una cuenta en Tinder y sumergirse, no sin recelo, en ese océano de 55 millones de usuarios en todo el mundo.
Agregó fotografías bien tomadas y hasta con algunos retoques, lo cual consideró parte del juego, y para su sorpresa, las invitaciones de otros usarios para contactarla empezaron a llegar “muy rápido”.
“Estoy contenta porque pensé que no lo haría, aunque de repente me entra un poco el miedo, pero igual tengo que hacer mucho trabajo a fondo sobre eso, pero ya es bastante que me haya decidido a apuntarme en Tinder, y que en pocos días haya hecho tres citas", cuenta Teresa a la Voz de América.
En menos de un mes en esa aplicación virtual, la mujer dice que conoció a “un chico que parecía muy interesante en línea, pero en persona es un idiota", aunque con otro sí hubo química cuando se vieron en persona.
La psicóloga Enid Vega dice que al inscribirse en una aplicación para iniciar una relación virtual, “se tiene que ser muy consciente” de que tendemos a “crear expectativas” a partir de imágenes que en muchos casos no se corresponden con la realidad.
Esa realidad frente a frente con otra persona genera una cantidad de información que jamás es posible en el mundo virtual, pues no hay filtros para fotos y el tono y ritmo de la voz, los gestos de la persona, el lenguaje corporal y hasta el aroma son clave “para saber quien nos gusta y quien no”, explicó a la Voz de América.
Bajo esta premisa, la experta dice que lo primero que hay que tener claro es que al momento de abrirse a este tipo de relaciones en línea, “se está en una posición vulnerable”, por lo que hay que evitar dejarse llevar "por desilusiones o emociones con expectativas que al fin y al cabo son en un mundo virtual”, agregó.
Vega enfatizó que al tener en cuenta esas premisas al sumergirse en el mundo virtual, se puede navegar con mejor confianza, y que no trata de quitar méritos a esos espacios para conocer personas de manera virtual.
En la actualidad no son extrañas las parejas que se hayan conocido en estas plataformas y que hayan consolidado relaciones estables. “Por lo tanto, es claro que no es negativo, sólo que se debe actuar con mucha madurez”, agregó.
El cerebro se adapta
La antropóloga neoyorquina Helen Fisher, considerada una autoridad en las relaciones en línea y quien lleva varias décadas investigando y ha publicado varios libros sobre el tema, cuenta cómo en 2005 fue consultada por los ejecutivos de Match.com, una empresa tecnológica pionera de búsqueda de parejas en línea, sobre qué hace que una persona se enamore de otra.
La empresa estaba puliendo los algoritmos, término que apenas se conocía entonces, para hacer más exitoso el trabajo del portal a la hora de ofrecer conexiones con otros usuarios. En aquel momento, Fisher ha reconocido que “no tenía ni idea”, pero empezó a investigar el comportamiento humano y cómo los espacios y sobre todo el cerebro se adaptan a las condiciones creadas para hacer fluir las relaciones.
La experta ha dicho que lo principal es no tener miedo y “no ser tan quisquilloso” y hasta olvidarse un poco de la química para dejarse llevar por el mundo virtual. Trata de predicar con el ejemplo a los 77 años, y vive en una relación, con matrimonio incluido, que empezó a mediados de la década pasada en línea.
Si se agrega la experiencia que dejó la pandemia de Covid-19 con el teletrabajo instaurado ya como una parte sustancial en la vida cotidiana, a antropóloga sostiene que no ve reparos en negarse a buscar también el amor en las múltiples plataformas que ofrece el mundo virtual.
Eso sí, ofrece consejos prácticos para búsquedas exitosas, como escoger unos cuantos "interesantes" para iniciar una relación y de ahí darse de baja y tratar de trabajar la comunicación con los que podría considerar finalistas.
Después de un mes de prueba, Teresa comenta que “lo de Tinder lo he tomado con calma”. El involucramiento en línea también demanda tiempo para el chat, pero le agrada que al menos se ha quedado con un par de prospectos interesantes y con quienes ha trascendido la comunicación a llamadas y algunos encuentros para compartir.
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