Un tambor que adquirieron en una pequeña subasta acompaña a seis migrantes venezolanos que decidieron salir de su país huyendo de la crisis política y económica con la esperanza de llegar a Estados Unidos a cumplir “el sueño americano”, como le llaman.
Inicialmente la idea de tener este instrumento musical era para animarse unos a otros durante la difícil travesía que les advirtieron les tocaría al cruzar la selva del Darién, pero señalan que conforme a las vivencias en el lugar compusieron una canción que es la que han coreado desde Colombia hasta Costa Rica, donde actualmente se encuentran.
“Sabroso Toronto… si yo cruzo el Darién, ya me veo en la yunaites.. pasamos la selva en donde pasan millones, pero se quedan otros”, corean.
Esta iniciativa les ha servido para obtener dinero. Mientras cantan, colocan un sombrero en el piso y las personas colocan dinero en efectivo.
“A veces con esto comemos, pero también nos apoyamos para seguir este tránsito”, dice a la Voz de América el joven Samuel Ríos, originario del pueblo de Río Chico, una ciudad venezolana localizada en el centro-este del estado Miranda, Venezuela.
Ríos había compuesto un par de canciones en Venezuela y es quien lidera el equipo de migrantes.
“En el Darién mucha gente se quería morir al pasar por ahí y con esto (tambor) los motivábamos. Tratábamos de animar a la gente con esto. Bailábamos”, agrega Ríos.
Migrantes venezolanos deben pagar 150 dólares para cruzar Nicaragua
Este grupo de migrantes decidió hacer una pausa pronunciada en Costa Rica para recolectar 150 dólares cada uno para pagar lo que les solicitan las autoridades migratorias de Nicaragua para cruzar de forma irregular el país y proseguir a Estados Unidos.
De acuerdo con Ríos, no habían encontrado en otro punto de su travesía otro país que les cobrara por cruzar un país de forma irregular.
Anteriormente los migrantes –salvo los nacionales—no pagaban más que el costo del “coyote” que es la persona que los cruzaba de forma irregular a Nicaragua y la suma no se elevaba los 50 dólares.
Pero las autoridades nicaragüenses reformaron en agosto de 2020 la Ley General de Migración y Extranjería estipulando una multa de 150 dólares por el “ingreso y salida por puesto fronterizo no habilitado”.
“Gracias a Dios que tenemos ese instrumento y con eso hemos salido adelante. La gente nos ayuda bastante para recolectar el dinero requerido y seguir adelante”, agrega Estefanía Martínez, quien forma parte de la banda. Martínez dice tener grandes expectativas al llegar a Estados Unidos.
“Espero poder comprar mi casita y mandarle dinero a mi familia”, asevera.
En las terminales de buses de San José, en Costa Rica se vive un drama con las personas que pernoctan a los alrededores para recolectar el dinero para el autobús que los lleve a la frontera, pero también para pagar los 150 dólares.
En la terminal de buses 710, sale transporte hacia San Carlos, uno de los puntos de donde los migrantes ingresan a Nicaragua.
Los migrantes han colocado tiendas de campañas y algunos duermen a la intemperie hasta lograr el dinero que necesitan.
“No tenemos otra opción. En el día vendo confites y por la noche a pedir dinero para completar lo que se requiere”, comenta otro migrante que acampa en San José.
La precisión de los migrantes que transitan de forma irregular por Costa Rica no está clara, sin embargo, de acuerdo con datos de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela, no afín a Nicolás Maduro, de enero a julio de este año han pasado más de 28.000 migrantes por Costa Rica.
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