“Puede pasar en cualquier momento (...) a lo mejor mañana”, dice Xiomara, una educadora, de 63 años, a Voz de América, en Caracas, en referencia a la posibilidad del cambio de gobierno que anhela para Venezuela desde hace años.
Este viernes 10 de enero, el mandatario Nicolás Maduro jurará para un nuevo sexenio presidencial, que lo proyecta a 18 años en el poder, tras unas elecciones cuestionadas por falta de transparencia en el manejo y anuncio de los resultados oficiales. Sin embargo, eso no le roba la esperanza a Xiomara y otros venezolanos que como ella están en contra de la continuidad del chavismo.
La oposición liderada por María Corina Machado recopiló actas de escrutinio del 80 % de las máquinas de votación electrónicas del país, las publicó en línea y aseguró que los registros de votos detallados muestran que su candidato Edmundo González Urrutia ganó la elección del 28 de julio con el doble de votos que Maduro.
Pero a pesar de las dudas sobre la validez de los resultados oficiales de las elecciones, el Parlamento controlado por el oficialismo organiza para el viernes la ceremonia para la toma de posesión. Maduro insistió el lunes en que será juramentado ese día.
La oposición, por su parte, espera lograr que quien asuma la jefatura del gobierno sea González Urrutia, considerado como legítimo presidente electo venezolano por EEUU y otros países de la región.
El opositor, que ha reiterado su promesa regresar a Venezuela para tomar posesión del cargo, viajó a Estados Unidos para reunirse con el presidente Joe Biden y legisladores estadounidenses, como parte de una gira regional para recabar apoyo de cara a la fecha de la juramentación.
“Yo debo asumir el rol de comandante en Jefe”, afirmó el domingo González Urrutia en un video dirigido a los militares. Pero la cúpula militar le ratificó horas después “lealtad, obediencia y subordinación” a Maduro.
Las autoridades han insistido todos estos días que González será arrestado de inmediato si ingresa al territorio. En las paredes de Caracas se pueden ver carteles de "Se Busca" con su foto y una oferta de recompensa por 100.000 dólares a quien entregue información que conduzca a su captura.
“Puede ser después del 10”
Ante la pregunta de qué puede pasar en el país, Xiomara afirmó que puede “que venga la libertad. Puede ser después del 10, pero de que va a pasar, va a pasar”, respondió confiada y con una sonrisa, mientras lee en una vidriera de un supermercado los precios de unos productos que no puede pagar con su sueldo de jubilada.
El chavismo cumplió el 2 de febrero del año pasado 25 años en el poder; primero bajo el liderazgo del fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013), y luego con Maduro. La política de ambos significó un cambio de rumbo ideológico en la historia del país.
En lo económico representó un giro en la vida de la gente, afirman expertos. Los venezolanos pasaron de vivir años de bonanza, producto de la renta petrolera, a una etapa de declive a partir de una profunda crisis que coincidió con el ascenso al poder de Maduro, elegido por Chávez como su sucesor.
Lo que “siento es impotencia, rabia, son 25 años aguantando”, lanzó Cecilia Elena, de 67 años, que cuestiona los números oficiales que dan la victoria de Maduro.
Odexser Alexander, que dejó la universidad, espera que “esto mejore porque el país necesita un cambio y es ya (...). Es hora de que Venezuela logre la libertad”.
El miedo y la convicción
Desde la clandestinidad, la líder opositora María Corina Machado convocó a manifestaciones el 9 de enero, y sugirió que estará presente. Los venezolanos consultados por la VOA el lunes, se mueven entre el miedo y la convicción de participar.
El gobierno también llamó a sus seguidores a salir a las calles para demostrar su respaldo a Maduro, que todavía cuenta con apoyos menguados entre la ciudadanía.
En Caracas, y otras zonas claves del país, ya hay fuerte presencia policial y militar.
“La gente desea salir, pero tiene miedo. Miedo porque ya sabemos que hay una fuerza de represión y que esa fuerza represión va con todo. Salir significa prepararse ya que nosotros hemos tenido experiencia, entonces hay que salir, pero hay que prepararse, no salir a lo loco”, señaló Dulce García, consultada en una concurrida calle del este de la capital.
“Si ganamos tenemos que ir a defender nuestro voto. Eso es lo único que yo siento. Miedo no hay, total, vivimos en un miedo constante. Entonces, más miedo no puede haber”, siguió Rosa Pérez.
Miles fueron detenidos y una veintena murió tras las masivas protestas postelectorales en el país, acusados de "terrorismo" y de intentar desestabilizar a Venezuela, cargos que los opositores niegan.
Los que “lucharán hasta el final” y los que se van
Encuestas, aún con fuentes no difundibles, hablan de un tercio de la población con intención de salir de Venezuela si no se concreta un cambio, afirmó en diciembre el Director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andres Bello (UCAB), Benigno Alarcón.
“Si en enero no hay un cambio político, lo que hemos visto en algunos estudios que no son públicos, es que hay una intención de migrar muy alta, incluso en un tiempo muy corto, el año que viene (2025)… y los que tienen mayor propensión son los jóvenes. Las estimaciones andan por unas 700.000 personas”, puntualizó Alarcón.
La firma ORC consultores, tras una investigación realizada antes de la elección del año pasado, reveló que un tercio de la población evalúa emigrar en corto o mediano plazo si la crisis se mantiene.
El incierto panorama político, la precariedad de los salarios y el colapso de los servicios públicos es lo que mueve a quienes viven en Venezuela a retomar la idea de emigrar.
“Yo duré 6 meses en Panamá, estuve en Chile y duré tres años, regresé a mi país, pero ya pienso volver a emigrar porque aquí, mira, yo tengo dos trabajos y sin embargo no me alcanza y trabajo peor de lo que trabajaba en otros países”, indicó Génesis Borrero, de 35 años.
Pero para otros “salir del país nunca” ha estado en la mente.
“Me parece que cada uno de los que estamos luchando por una Venezuela libre no podemos darnos el lujo de irnos”, respondió, en calidad de anonimato, un testigo electoral de la oposición con tres de sus cuatro hijos apresados luego de los comicios y acusados de terroristas.
“Tenemos que resistir, seguir en la lucha porque esto es hasta el final”.
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