Un reciente estudio encontró que un examen de sangre que se realiza a las mujeres de tan solo siete semanas de embarazo puede determinar si el bebé es niño o niña.
Los científicos analizaron varios establecimientos profesionales, así como pruebas realizadas por los consumidores directamente, entre más de 6.000 mujeres embarazadas.
Las conclusiones indican que las pruebas que se venden directamente a los consumidores no son eficaces para determinar el género del feto. Estos exámenes promocionan, usualmente a través de internet, la capacidad de determinar el género a menos de dos meses de iniciado el embarazo.
Sin embargo, los laboratorios de sangre del DNA de la madre, a las siete semanas de embarazo, que se realizan en centros profesionales y analizados por los especialistas de este estudio indican que hay un alto grado de certeza, un 95%, detectando el género.
Los procedimientos tradicionales no pueden hacer proyecciones del género hasta aproximadamente diez semanas de embarazo. Varios de estos procedimientos son invasivos, en otras palabras requieren la introducción de una jeringa en la placenta para recoger una muestra del fluido de la placenta que protege al feto.
“Es difícil ofrecer un examen solamente para identificar el género. El género no es una anormalidad”, explica el doctor Lee Shulman, director de genética del Hospital de Northwestern en Chicago.
Por otra parte, el doctor indicó que siempre habrá quienes quieran sacar provecho económico de este examen, como es el caso de las imágenes de ultrasonido tridimensional, que a en ocasiones se ofrecen en los centros comerciales pero que no son necesarias médicamente.
Ante la precisión detectada en las pruebas de embarazo que determinan el género del bebé, surgen las preocupaciones éticas.
En India, recientes investigaciones han demostrado que las familias que ya tienen una hija y descubren que esperan a otra, tienden a inducir abortos.
A su vez, con las restricciones legales a tener un solo hijo en China, tradicionalmente hay preferencia a tener varones.