Donald Trump, presunto nominado del Partido Republicano a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, amenaza con imponer elevados aranceles a productos chinos importados, para equiparar la balanza comercial con ese país.
Sin embargo, sus iniciativas comerciales podrían ser el preámbulo de un desastre.
En 2015, Estados Unidos importó alrededor de 500 mil millones de dólares en productos manufacturados en China, en tanto que el país asiático importó apenas 116 mil millones en bienes producidos en EE.UU.
Con el fin de balancear este enorme déficit comercial, Donald Trump dice que impondrá tarifas arancelarias de hasta 45 por ciento a las importaciones chinas.
“Nuestro déficit comercial con China es de quinientos mil millones de dólares, pero le daremos la vuelta. Tenemos las cartas a mano para hacerlo. Somos la alcancía que siempre roban”, dijo Donald Trump.
Tanto los simpatizantes de Trump como los millones de estadounidenses que perdieron sus empleos a manos de la barata mano de obra China, ven esta como una aguerrida propuesta.
No obstante, expertos en política comercial coinciden en que no está fundada en realidades económicas.
“Políticamente, entiendo por qué lo dice, pero económicamente no existen bases sólidas que sustenten esa afirmación”, afirma el economista Gordon Hanson de la Universidad de California.
Por una parte, la Organización Mundial de Comercio prohíbe aranceles de 45 por ciento a bienes importados. Por otro lado, economistas subrayan que las represalias chinas serían desastrosas.
“Los productos provenientes de China muy seguramente tendrían que ser importados de otro país, a mayor costo", afirma el economista C. Fred Bergsten.
Otros expertos temen una guerra comercial de consecuencias nefastas para Estados Unidos.
“Cuando en el pasado otros países han gravado sus exportaciones, China ha correspondido con impuestos similares a los productos que importa y estaría en todo su derecho”, explica el economista del Instituto Peterson, Chad Brown.
En conclusión, una guerra comercial entre los países con las dos economías más poderosas del planeta sólo resultaría en menos comercio internacional y en menos confianza entre socios comerciales a nivel global.