La Federación Internacional de Periodistas (FIP) está alarmada, y con razón. En el año que termina fueron asesinados en el mundo más de un centenar de trabajadores de la prensa, exactamente 106. Eso sin contar los que perdieron la vida en accidentes o desastres naturales, en total 20, algo por desgracia inevitable en una profesión tan a merced de riesgos y desafíos.
Pero lo que no deja de ser escalofriante es el creciente número de periodistas que son víctimas de la violencia debido a la irresponsabilidad, o peor aún, a la complicidad de algunos gobiernos. Según la FIP, que representa a más de 600 mil trabajadores de la prensa en 131 países, se trata de una situación en la que “los gobiernos están en negación o son indiferentes a lo que se ha convertido en un patrón regular”.
Más allá del peligro que acecha permanentemente a los periodistas en países como Pakistán e Irak, en América Latina el panorama no es menos horripilante, puesto que en la región no sólo ocurrieron una buena parte de esos crímenes (24), sino que en adición se registran serias amenazas a la libertad de expresión por parte de algunos gobiernos, a tal grado que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) concluyó que el 2011 ha sido uno de los peores años de la década.
Luego de advertir de la adopción en la región de normas legales que “desvirtuaron las garantías constitucionales sobre el derecho de los ciudadanos a estar libremente informados”, la SIP puso de relieve la violencia perpetrada por el narcotráfico, en muchos casos “en convivencia con funcionarios corruptos”.
Un balance de fin de año reveló que los países con mayor cantidad de periodistas asesinados en el 2011 fueron México, Honduras, Brasil y Perú, en ese orden, y a modo de agravante, la SIP apuntó que, en adición que la impunidad frente los crímenes ocurridos en el pasado y la inacción de las autoridades, “se ha creado un círculo vicioso”.
Los asesinatos constituyen la parte más trágica y visible de las enormes barreras impuestas hoy en día a la libertad de expresión en Latinoamérica, pero no menos reprobable es la arremetida contra la prensa libre por parte de algunos gobiernos, que se valen de recursos “disfrazados de normas legales y medidas judiciales muy confusas para la opinión pública”, constató la SIP.
Entre los casos tal vez más notorios está el de Venezuela, donde el gobierno cerró temporalmente el semanario Sexto Poder, el editor de la publicación, Leocenis García, fue enviado a prisión; un juez prohibió al diario El Nacional publicar imágenes violentas que pongan al descubierto la indolencia de las autoridades; la cadena Globovisión siguió siendo permanentemente blanco de procesos judiciales que buscan sacarla del aire, y su presidente y otros periodistas venezolanos tuvieron que marchar al exilio.
Pero Venezuela no es el único país que sirve de ejemplo de la nueva amenaza que sufre la libertad de prensa en Latinoamérica. También está Ecuador, donde por iniciativa del ejecutivo se busca establecer -señaló la SIP- “férreos controles y mordazas oficiales contra los medios para que no puedan desarrollar su tarea de fiscalización del gobierno”.
En Bolivia también ha habido intenciones de torpedear el trabajo libre de los periodistas, y en su informe la SIP destacó que en 2011 fueron notorios los esfuerzos de los gobiernos de Argentina y Nicaragua, además de Ecuador y Venezuela, en seguir utilizando la “publicidad estatal como arma para premiar y castigar a los medios (de prensa)”.
La justicia también ha sido violentada para amordazar y amedrentar a los periodistas, especialmente en Ecuador, donde el presidente Rafael Correa demandó al diario El Universo por una información que consideró injuriosa contra su persona, y un juez condenó a tres años de cárcel a directivos y a un columnista del rotativo así como al pago de una multa de $40 millones de dólares.
El informe anual de la SIP también llamó la atención sobre la precaria situación de la prensa en Cuba, donde el gobierno mantiene severas restricciones a la libertad de expresión, ha habido “pocos avances” en materia de libertad de prensa y asociación, y donde “se agudizó la censura y la violencia contra los disidentes, periodistas independientes y blogueros”.
Además de ser el único país del hemisferio donde el ejercicio del periodismo independiente no está contemplado como un derecho ciudadano, Cuba figura entre las 10 naciones que más reprimen Internet en el mundo, de acuerdo con un estudio difundido este mes en Nueva York por el Comité para la Protección de los Periodistas.