Las filas son inmensas y el distanciamiento social es nulo. La nueva fase de vacunación que comenzó el lunes en Nicaragua para personas mayores de 30 años colapsó rápidamente el sistema de salud de este país de un poco más de seis millones de habitantes.
Desde horas de la madrugada, cientos de personas, en su mayoría jóvenes que representan un buen porcentaje de la población, hicieron largas filas en el exterior de los hospitales públicos y puestos de salud habilitados para la aplicación de la vacuna de AstraZeneca.
Con sillas, hamacas, mascarillas y alcohol, decenas de ciudadanos decidieron pasar en vigilia en los puntos de vacunación, lo que obligó al sistema de salud a atender desde horas de la madrugada a la población.
En los departamentos, algunos ciudadanos intentaron vender puestos en las largas filas a precios exorbitantes. La policía tuvo que intervenir y amenazó con detener a las personas.
“Es un deber de todos los que tenemos el acceso a la vacuna, aplicárnosla. No solo por la salud propia, sino la de nuestros familiares”, dijo a la Voz de América Guillermo Zepeda, un hombre de 34 años que acudió a las extensas filas de un hospital capitalino. A Zepeda lo acompañaba su esposa, quien dijo que “era preocupante la cifra de contagios que se han dado en las últimas semanas”.
Los puestos habilitados el lunes fueron apenas 16 en todo el país. En Managua eran cuatro en centros hospitalarios.
El martes el caos se apoderó en los departamentos del Pacífico porque las vacunas asignadas para los puntos se agotaron desde temprano y muchos quedaron inconformes.
De acuerdo con la vocera del gobierno, Rosario Murillo, en esa jornada se estarían aplicando un total de 400.000 dosis de la vacuna de AztraZeneca donadas por España.
Lugares de aglomeración
En medio de este panorama y el aumento de casos de coronavirus reportado por el gobierno, los médicos independientes criticaron la forma en que las autoridades sanitarias han planificado las jornadas de vacunación.
El epidemiólogo Leonel Argüello, fundador del Ministerio de Salud en la década de 1980, lamentó que, pese a la experiencia que se tiene en el país en las jornadas de vacunación, “se ha visto poca voluntad” para poder atender responsablemente a la ciudadanía.
“Es bueno que tengamos una vacuna, pero es importante planificar. Tenemos más de 40 años de experiencia en Nicaragua de vacunaciones masivas, lamentablemente los centros de vacunación se han vuelto lugares de aglomeración que incrementan el riesgo de contagio”, dijo Argüello a la VOA.
Agregó que, conforme a su conocimiento, Nicaragua puede habilitar las 1.500 unidades de salud que existen en todo el país y, como última opción, se podría hacer uso de espacios abiertos como estadios, calles, e iglesias.
“Se supone que vas a una unidad de salud a protegerte y tienes la posibilidad de salir contagiado porque no cumples con las cosas mínimas y elementales, como la separación física entre una persona y otra”, lamentó el galeno.
“No podemos permitir que los centros de vacunación sean centros de contagios al mismo tiempo”, dijo Argüello.
La experta en Salud Pública Ana Quirós comentó que Nicaragua estuvo a la vanguardia en las jornadas de vacunación en años anteriores, pero que desde hace un tiempo el sistema hospitalario cayó en declive con la partidización de las instituciones.
Por otro lado, comentó que no se está utilizando la red adecuada para aplicar la vacunación, sino que se han enfocado en puntos hospitalarios “que no tienen experiencia en eso, ya que ellos tienen experiencia en atención clínica”.
Para Argüello, la vacunación debió haber sido descentralizada de los hospitales y algunos puntos.
“Perfectamente Nicaragua bien puede vacunar en las 1.555 unidades de salud que tiene. Nuestra capacidad son 155.000 dosis de vacunas diarias, pero no la estamos utilizando”, concluyó.
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