El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, y el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, hablaron sobre Venezuela y la preocupación sobre la crisis en Venezuela y otros temas de interés en el primer contacto que sostuvieron desde el resultado electoral del domingo.
"El Secretario felicitó al señor Bolsonaro por su victoria y reforzó la vibrante asociación entre Estados Unidos y Brasil basada en nuestro compromiso mutuo de promover la seguridad, la democracia, la prosperidad económica y los derechos humanos", destacó la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert sobre la comunicación telefónica del lunes.
Según el comunicado oficial, Pompeo y Bolsonaro hablaron sobre la colaboración en temas prioritarios de política exterior, entre ellos la situación en Venezuela, la lucha contra la delincuencia transnacional y los mecanismos para fortalecer los lazos económicos entre los Estados Unidos y Brasil, las dos economías más grandes del hemisferio occidental.
El Departamento de Estado también felicitó al presidente electo de Brasil en la red social Twitter.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue uno de los líderes de la región que felicitó a Bolsonaro después que se conociera su triunfo en los comicios brasileños.
Trump dijo que tuvo una "excelente llamada" para felicitar a Bolsonaro y tuiteó sobre sus planes de "trabajar estrechamente en el comercio, militar y todo lo demás!".
Bolsonaro comenzó a planificar una agenda de viajes empezando por Washington DC y Chile, un gobierno conservador aliado de Brasil..
El futuro jefe de personal del presidente electo brasileño le dijo a Reuters que el primer viaje internacional sería a Chile -uno de los países vecinos del sur que giró a la derecha en las últimas elecciones- y que poco después esperaba visitar Estados Unidos.
Bolsonaro, un sincero admirador de Trump, prometió realinear a Brasil con economías más avanzadas como Estados Unidos, revisando las prioridades diplomáticas después de casi una década y media de gobiernos de izquierda.
La amistosa llamada de Trump augura vínculos políticos más estrechos entre las dos economías más grandes de las Américas, ambas ahora lideradas por populistas conservadores que prometen dar vuelta al sistema político.
Entre los planes que ha adelantado está el traslado de la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y otras naciones. Y, al igual que Trump, Bolsonaro está reconsiderando la pertenencia de su país a organizaciones multinacionales como el bloque comercial Mercosur, el grupo de grandes economías emergentes BRICS y el acuerdo climático de París.
Esos cambios revertirían 13 años de diplomacia llevada a cabo por los gobiernos liderados por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que se centró en buscar alianzas con los vecinos de Brasil y con potencias en desarrollo.
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Bolsonaro también cuestiona la relación de Brasil con China, al que considera un socio económico depredador. El gigante asiático es el mayor comprador extranjero de soja, mineral de hierro y otras materias primas del país sudamericano.
Pero Bolsonaro está alarmado por una serie de adquisiciones de empresas brasileñas de parte de grupos chinos de energía e infraestructura. “Los chinos no están comprando en Brasil. Están comprando Brasil”, advirtió Bolsonaro en comentarios que probablemente agradan a Trump, cuyos aranceles a productos chinos han desencadenado una guerra comercial con Pekín.
También está el plan de Bolsonaro de privatizar una serie de empresas estatales y aflojar las restricciones ambientales para dar paso a más actividades de minería, ganadería y agricultura.
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Pero no sólo en materia comercial la mirada de Bolsonaro se dirige hacia el norte. Es un ávido partidario de la Asociación Nacional del Rifle y ha prometido que una vez que asuma el cargo el 1 de enero cambiará las estrictas leyes de armas de Brasil y permitirá que los ciudadanos porten armas de fuego para defenderse de los delincuentes.
Al igual que Trump, Bolsonaro aprovechó también magistralmente los temores y frustraciones de los votantes para llegar a la presidencia. Brasil está acosado por terribles niveles de delincuencia callejera y de corrupción política, con un expresidente en la cárcel y otra mandataria destituida y expulsada de su cargo en los últimos años.
Además, la economía se ha visto golpeada por la peor recesión en décadas y aún tiene que recuperar su brillo, ya que más de 13 millones de brasileños están desempleados.
Hambrientos de cambio, los votantes respondieron a las audaces promesas de Bolsonaro.
Steve Bannon, exasesor de Trump, dijo que en Bolsonaro ve cosas del presidente estadounidense, quien aprovechó una ola de descontento similar. “Hace falta ese tipo de crisis y Brasil está atravesando ese tipo de crisis”, dijo Bannon a Reuters recientemente. “Creo que Bolsonaro es una figura como Trump”.
Con información de Reuters