Son dos jóvenes padres que extrañan a su familia, que nunca antes habían delinquido y que cometieron un error al ser tentados a ganar miles de dólares.
Así describen familiares, amigos y abogados a Efraín Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la primera dama de Venezuela y enjuiciados en Estados Unidos por narcotráfico.
El juez federal Paul Crotty tiene previsto emitir la próxima semana una sentencia contra ambos, y tanto sus seres queridos como su defensa esperan que la justicia tenga compasión por ellos.
En las misivas, que pueden leerse en el sistema electrónico de la corte, los parientes, conocidos y abogados describen a los sobrinos de Cilia Flores como jóvenes que crecieron en un ambiente modesto y que demostraron ser buenas personas a lo largo de su vida en Caracas.
Algunos, por ejemplo, describieron cómo en una ocasión llevaron a un vecino enfermo al hospital y se quedaron a su lado toda la noche. En otro momento, dijeron, cubrieron el gasto de las medicinas de la madre de una amiga.
También detallan el daño psicológico que su encierro desde noviembre de 2015 ha causado.
“A nuestro hijo le ha afectado emocionalmente esta separación, ha sido como un duelo, porque no lo puede ver, a pesar de escucharlo, extraña su imagen y se preocupa por su bienestar, se angustia cuando pasa mucho tiempo sin llamar”, escribió Yessika Contreras, la expareja de Flores de Freitas, refiriéndose al hijo de nueve años que tienen ambos.
Los abogados de los acusados aseguran que no tenían nada que ver con el mundo de narcotráfico hasta que agentes encubiertos les contactaron para pedirles que participasen en lo que parecía ser un negocio extraordinariamente lucrativo de transporte de cocaína a Estados Unidos a través de Honduras.
Un jurado los declaró culpables hace un año de asociación delictiva para transportar 771 kilogramos de cocaína.
En las cartas, los parientes y abogados piden a Crotty una sentencia leve a pesar de que ambos acusados enfrentan la posibilidad de una pena máxima de cadena perpetua. La fiscalía aseguró durante el juicio que los acusados creían que podían actuar con impunidad debido a su relación con la primera dama y que pensaban que ganarían millones de dólares con el narcotráfico.
Los abogados de los sobrinos, Randall Jackson y David Rody, entre otros, destacan en sus argumentos que no hubo transporte de droga. En una carta dirigida a Crotty, los defensores de Campo Flores dicen que la agencia antidrogas estadounidense consideraba a su cliente como alguien tan “valioso” que ni siquiera esperaron a que llevara la cocaína.
“Sabemos que el señor Campo Flores fue específicamente el blanco de una las operaciones más comprometidas de la historia de la DEA simplemente porque es un miembro de la familia de la primera dama de Venezuela”, dijeron en su carta.
La esposa de Campo Flores, Jessair Del Valle, dice en su carta que éste no presenció el nacimiento de su segundo hijo porque ya estaba preso.
“Sólo Dios sabe lo buen hombre que Efraín es, pero en sus manos está el futuro de él y de mi familia también, le suplico tenga misericordia y consideración para que él pueda criar y educar a sus hijos y nuestro hogar vuelva a estar completo”, escribió.
Algunas de las cartas están escritas a mano y al menos una contiene fotos de una fiesta en la que puede verse a Campo Flores celebrando la navidad con amigos.
Los abogados del acusado dicen en su carta que éste vivió su infancia con su abuela y otros parientes hasta que un alud la destruyó y se trasladaron a la casa de su tía Cilia Flores cuando ella no era aún primera dama.
“Es una persona que merece la oportunidad de vivir la vida después de este caso y ver a sus hijos crecer”, dicen los defensores.