Es más o menos fácil identificar a un pandillero por los tatuajes que lleva, pero encontrar las características internas que los hacen y los definen es otra cosa.
En general, los factores de riesgo que inciden en que una persona se convierta en pandillero o ya pertenezca a una pandilla se pueden agrupar como factores individuales (carácter psicológico), factores familiares, la escolaridad, el tipo de amistades y la colonia o barrio en que se vive.
Un estudio del Observatorio Centroamericano de Pandillas dice que los pandilleros proceden de hogares desintegrados, generalmente han padecido de maltrato infantil, consumen drogas o alcohol, ya han participado en actos violentos, han estado detenidos, han desertado de la escuela y son marginados.
“No es de extrañar” –señala un estudio— “que los jóvenes sean más proclives a tener malos recuerdos de su infancia y que un porcentaje grande haya dejado a su familia de origen”.
“La baja autoestima de estos jóvenes, el proceder de familias pobres, vivir en una familia donde solo uno de los progenitores está presente… y atender escuelas poca seguras” (Klein y Maxon, 2006), son otros factores a tomar en cuenta.
De acuerdo al artículo “Solidaridad y violencia, los jóvenes pandilleros en el gran San Salvador”, publicado en la revista ECA del Instituto Universitario de Opinión Pública, la mayor parte de los pandilleros –ocho de cada diez— pertenece al sexo masculino.
Según ese mismo artículo, “los pandilleros, en su mayoría, son personas muy jóvenes”, con un 72 por ciento de ellos entre los 16 y 21 años.
El artículo señala como “inesperado”, que los pandilleros tengan un nivel educativo más o menos suficiente, aunque el mismo Observatorio de Pandillas estableció que el 33% cursó hasta el 8º. Grado, y el 44% hasta el 9º. Según ECA, los que han vivido en Estados Unidos –es decir los deportados—tienen una mayor escolaridad.
De esos estudios se puede inferir que los jóvenes buscan en la pandilla, la seguridad, la autoridad y los nexos de cercanía que probablemente no encuentran en su casa. Y a medida que su edad aumenta y aumenta su involucramiento y actividad dentro de la pandilla, también se incrementa la dependencia económica a la misma: la extorsión, el robo y el narcotráfico en pequeña escala se vuelven fundamentales para la supervivencia económica del pandillero.
De igual manera se deduce que la educación, la incorporación a la sociedad, las oportunidades de empleo y de diversión son clave en la rehabilitación de los pandilleros, esto es, si la violencia en la que viven no los ha llevado todavía al punto de no retorno.