Las pandillas o maras no existían en Centroamérica antes de los años 1990, al menos no como funcionaban en ciudades como Los Ángeles, en Estados Unidos, que eventualmente fue el epicentro de este fenómeno.
No es hasta que los salvadoreños comienzan a llegar a la ciudad en los años 1980, huyendo de la guerra civil en su país, y que se establecen en dos de las zonas más pobres y más violentas de la ciudad, una conocida como East-L.A y la otra como Los Angeles South Central, cuando entran en contacto con las pandillas que ya existían desde antes.
Se calcula que hoy en día en Los Ángeles hay una 400 pandillas latinas, pero para entonces las principales eran las pandillas de afroestadounidenses y las de otros grupos étnicos como los asiáticos, caucásicos y mexicanos, estos últimos agrupados primordialmente en la pandilla Barrio 18.
Se cree que los primeros pandilleros salvadoreños se incorporaron a los “Cholos” –término que describe la vestimenta floja que utilizaban— los pandilleros de la 18, donde en cierto modo eran vistos de menos. Pero para finales de los años 1980, cuando ya hay medio millón de salvadoreños que viven en la ciudad, los recién llegados se van agrupando por su cuenta hasta formar la Mara Salvatrucha que también es conocida como la MS-13. Así empieza la rivalidad entre las dos pandillas.
A los salvadoreños luego se les unen otros centroamericanos, especialmente guatemaltecos y hondureños que huyen de la pobreza y de la violencia en sus países. Al igual que antes, unos se agrupan en la 18 y otros en la MS-13.
A Los Ángeles no llegan muchos nicaragüenses, sobre todo porque se establecen en otras zonas de Estados Unidos como Miami, en Florida y Nueva Orleans.
Luego de varios años de bajo perfil, las pandillas centroamericanas aparecen en el radar de las autoridades cuando en 1992 se dan en Los Ángeles los desórdenes derivados del caso Rodney King, un afroestadounidense que es golpeado brutalmente por la policía, la golpiza es filmada y mostrada en la televisión. Un jurado absuelve a los policías de la golpiza y la ciudad estalla en llamas.
Las revueltas y los pillajes más intensos suceden precisamente en el centro de la ciudad, cerca del Coliseo de Los Ángeles, en territorio de la MS y la 18. En los meses siguientes, las autoridades responden con el endurecimiento de las leyes antipandillas y cientos van a la cárcel primero, y en el caso de los centroamericanos, son deportados de regreso a sus países después de cumplir sus condenas.
Debido a que las leyes en Estados Unidos prohíben en ese momento la divulgación de los antecedentes penales de los deportados, en Centroamérica las autoridades no se dan cuenta de lo que les está llegando de regreso.
Los pandilleros encuentran a su llegada terreno fértil para continuar en sus actividades. La pobreza, la falta de educación, la violencia, la separación familiar, las armas y la enorme cantidad de gente que sabe usarlas sirven de detonante para multiplicar el problema hasta las consecuencias que se viven hoy en día.