Es una tradición que en la víspera del Domingo de Ramos, en Sabas Nieves, una de las entradas al Parque Nacional de El Ávila, en Venezuela, decenas de personas recogen cada año las hojas de palma que serán bendecidas para distribuir entre los fieles de Caracas.
Con el paisaje de una imponente formación montañosa que abraza a la capital venezolana, los llamados palmeros de Chacao son recibidos por la parranda delos Santos Inocentes de Caucagua, un desfile con trajes coloridos que al ritmo de tambores, trompetas y otros instrumentos anuncian su llegada un día antes de comenzar la Semana Santa.
La tradición data de 1776, cuando, según la historia, el párroco de Caracas, José Antonio Mohedano, pidió el fin de una epidemia que azotaba la ciudad y prometió que cada Semana Santa buscarían las palmas. La promesa se volvió una tradición que ha pasado de generación en generación.
Los más experimentados se encargan de enseñarle a los más jóvenes cómo podar las palmeras sin dañarlas para que vuelvan a crecer.
Son niños a partir de 5 años, llamados “palmeritos”, adolescentes y adultos de hasta más de 80 años quienes, en medio de un gran fervor, suben la montaña unos 5 días antes de la Semana Mayor.
Wilmer Farfán tiene 59 años y forma parte de los palmeros de Chacao desde los 9 años, una experiencia que califica de “maravillosa”.
“Esta promesa es de años, la llevamos en nuestra sangre, en nuestros ancestros, hijos, nietos, aquí están”, dijo con entusiasmo a la Voz de América mientras descendía junto a otras aproximadamente 300 personas hacia la calle de la que parte el recorrido hasta la iglesia de San José en la plaza Bolívar de Chacao, donde guardan las palmas hasta el Domingo de Ramos.
Para Carlos David, un joven de 19 años que sube con los palmeros desde los 10, ser parte de la cofradía es una de las “mejores cosas” que le ha pasado, es una tradición familiar. Relata con emoción la experiencia de acampar y lo que significa participar en el proceso de recolección de las palmas.
Pedro Pérez tiene 50 años subiendo y considera que ser palmero “se lleva en la sangre”. Sus abuelos y sus tíos fueron su ejemplo e insiste en que la tradición “nunca se puede perder”.
“La iglesia nos da un gran ejemplo para que el público sienta de verdad la fuerza de su Iglesia en su casa y tenga la palma bendita en su hogar para que no le pique ni coquito”, dijo a la VOA.
Los palmeros de Chacao fueron declarados en 2019 Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
De acuerdo a la Unesco, la práctica estuvo a punto de desaparecer porque los palmeros carecían de planes de reforestación y las autoridades de entonces comenzaron a considerar que la actividad constituía una amenaza para el medio ambiente.
“Después de haberse convencido de que su método de recolectar las palmas debía cambiar forzosamente, los palmeros las podan en vez de cortarlas. En el marco del programa biocultural se han adoptado varias medidas innovadoras, por ejemplo, la creación de proyectos educativos destinados a los jóvenes y a la oferta de actividades culturales”, describió.
Domingo de Ramos
Decenas de personas que acudieron a las misas de Domingo de Ramos en las iglesias de Caracas salieron con manojos de hojas de palma para, en muchos casos, distribuirlas entre sus familiares.
Usualmente los feligreses elaboran cruces y otras formas tejidas que conservan durante toda la Semana Santa, incluso por años.
“Yo las guardo en mis libros, también las pego en la puerta de la casa para que Dios nos proteja, agarro varias para entregar a mis hijos y nietos”, dice Lourdes, una mujer de 93 años que asistió a la misa dominical celebrada en la plaza Bolívar de Chacao.
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