La pandemia del coronavirus no solo ha dejado secuelas físicas en quienes sufrieron la grave enfermedad, sino que también, según advierten los expertos, ha provocado un aumento de problemas relacionados con la salud mental.
Un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) señala el número de adultos estadounidenses que recibió algún tipo de tratamiento para la salud mental aumento durante la pandemia del COVID-19. En 2021, el 22 % de los adultos recibió tratamiento de salud mental, mientras que en 2019 esa tasa era del 19 %.
“Durante el transcurso de la pandemia había tres veces más de probabilidades de ver personas afectadas”, explica el Dr. Gustavo Alva, miembro de la Junta Estadounidense de Psiquiatría y Neurología, durante una entrevista para la Voz de América.
Pandemia y salud mental
Según el especialista, el hecho de haber estado aislado de forma prolongada es un factor que contribuyó, sin lugar a duda, a que hubiera un aumento de los casos de depresión. Pero también hay otras circunstancias que pueden afectar el incremento de pacientes tratados por cuestiones relacionadas con la salud mental.
La situación podría agravarse si no se implementan políticas para tratar los problemas de salud mental, según advierten desde Organización Panamericana de la Salud (OPS), el organismo sanitario encargado de velar por las cuestiones relacionadas con la salud en las Américas.
“La salud mental de la población de las Américas se ha visto gravemente afectada por la pandemia de la Covid-19 y por sus efectos en nuestras vidas, economías y sociedades”, recalcó el Dr. Jarbas Barbosa, director de la OPS, al tiempo que recalcaba que es importante que los gobiernos de toda la región prioricen las políticas sobre salud mental “con el fin de abordar su agravamiento”.
Según la OPS, factores como el duelo, la pérdida, la inseguridad económica y el desempleo provocaron un aumento de los casos de problemas de salud mental. En 2020, cuando se desató la pandemia, “más del 80 % de personas con enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento”.
“A pesar del alto nivel de problemas de salud mental en la región, la gran mayoría de quienes padecen una condición no reciben la atención que necesitan”, señalan desde la OPS.
Si no se aplican políticas, la situación podría empeorar
El Dr. Barbosa lamenta la escasa inversión que hay en la salud mental en la región de las Américas, por lo que considera que es esencial que los gobiernos impulsen programas de ayuda a la población sobre esta cuestión que, sino se pone remedio de forma inmediata, la situación puede empeorar en los próximos años.
De hecho, según datos proporcionados por la OPS, “sólo el 3 % de los presupuestos de salud de los países se destina a la salud mental”.
Pero, “la escasez crónica de personal de salud mental capacitado o el acceso reducido a los servicios para las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad” también son otros factores que dificultan los tratamientos.
“Si alguien sufrió consecuencias graves por este virus, no solamente tuvo síntomas físicos, sino también síntomas mentales y eso acarrea problemas depresivos. También si hemos perdido a algún ser querido a causa de este virus, obviamente hay duelo y se agudiza la probabilidad de tener problemas con la depresión. Y, por último, es que las personas afectadas por el COVID-19 definitivamente también tuvieron una exacerbación o un mayor problema de los síntomas de depresión”, expone el Dr. Alva, que también ha sido distinguido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría por su contribución en este campo.
La OPS impulsó un decálogo para abordar la salud mental
Es por ello que en 2022, la Organización Panamericana de la Salud puso en marcha la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y Covid-19, formada por 17 expertos de gobiernos, sociedad civil, académicos y personas con experiencias de vida de salud mental, para elaborar un reporte con el objetivo de promover la salud mental en la región durante y después de la pandemia.
De esa comisión surgió un decálogo basado en los siguientes puntos:
- Elevar la salud mental a nivel nacional y supranacional.
- Integrar la salud mental en todas las políticas.
- Aumentar la cantidad y mejorar la calidad del financiamiento para la salud mental.
- Garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental.
- Promover y proteger la salud mental a lo largo de la vida.
- Mejorar y ampliar los servicios y la atención de salud mental a nivel comunitario.
- Fortalecer la prevención del suicidio.
- Adoptar un enfoque transformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental.
- Abordar el racismo y la discriminación racial como determinantes de la salud mental.
- Mejorar los datos y las investigaciones sobre la salud mental.
El “estigma social” entre los hispanos
El Dr. Alva, que cuenta con una clínica en la ciudad de Costa Mesa, en California, cree que el número puede llegar a ser incluso mayor debido a que una parte de la población, aún teniendo depresión no acude a un médico por el estigma social que supone el hecho de acudir a un profesional de la salud mental.
“El problema es que uno cuando ve a un psiquiatra piensa que es un médico que trata con locos, cuando no es así. Muchos piensan que ir a un psiquiatra es porque hay un problema muy grave, y es por eso que la gente no recibe la atención que debería de tener”, dice el médico.
En su opinión, esos ejemplos se ven a menudo entre la comunidad hispana ya que “tiene una manera diferente de entender o tratar la salud mental” y “desafortunadamente no le ponen mucha atención e incluso, muchas veces, piensan que la persona exagera”.
Ante eso, considera que se deben implementar mejores políticas para educar a la comunidad de la importancia del tratamiento de la salud mental.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones, o bien, síguenos en las redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.