El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas realiza una reunión de emergencia el miércoles para discutir un ataque con armas químicas en Siria que causó decenas de muertos, mientras aumenta la condena a nivel mundial por el incidente.
Observadores, diplomáticos y analistas culpan del incidente en la ciudad de Khan Sheikhoun a fuerzas leales al presidente Bashar al-Assad y sus aliados rusos. La Organización Mundial de la Salud dijo el miércoles que las víctimas parecen mostrar síntomas consistentes con exposición a un agente nervioso.
Una organización que reúne a grupos de ayuda occidentales dice que los muertos llegan a 100, mientras que los heridos llegarían a 350.
Rusia ha “negado categóricamente” cualquier rol en el incidente, culpando por el incidente a aviones de guerra sirios que atacaron un depósito o fábrica que almacena armas químicas que poseen las fuerzas rebeldes. El gobierno sirio ha negado reiteradamente el uso de armas químicas contra civiles durante los seis años de guerra civil.
Un funcionario de inteligencia estadounidense dijo que el ataque en la norteña provincia de Idlib “tiene las huellas digitales de un ataque del régimen”. El funcionario dijo que si se confirma responsabilidad por parte del gobierno sirio, el número de muertos y heridos “sería el mayor incidente como este desde que el ataque con sarín por parte del régimen en agosto de 2013 en los suburbios de Damasco”.
En el Vaticano, el miércoles, el papa Francisco dijo que deploraba la “inaceptable masacre”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una declaración divulgada por la Casa Blanca el martes, censuró el ataque como “reprensible y que no puede ser ignorado por el mundo civilizado”.
El ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, hablando al inicio de una reunión internacional en Bruselas, el miércoles, dijo que “toda la evidencia” que ha visto sugiere que el régimen de Assad llevó a cabo el ataque.