Nueva York se ha convertido en un gigantesco cuartel en donde todo lo que entra y sale, debe ser inspeccionado por la policía.
Desde la visita del Papa Francisco, la semana pasada, siguiendo con la llegada de los casi 200 líderes mundiales a la edición número 70 de la Asamblea General de la ONU, que también se realiza aquí en Nueva York todos los años, la ciudad ha mantenido fuertes medidas de seguridad.
No hay punto donde no haya un oficial de la policía vigilando o inspeccionando a los turistas y residentes.
Los casi 40.000 agentes de la policía que componen el cuerpo de seguridad más grande de todo Estados Unidos, se ha mantenido trabajando día y noche, para garantizar la integridad de las figuras políticas que siguen llegando al edificio de la Organización de Naciones Unidas.
Los puntos de control incrementan entre las calles que van de la 39 a la 48 y primera y segunda avenida, justo las cuadras que se encuentran frente a la ONU. Todas estas calles permanecen completamente cerradas, y solo se permite el tránsito de personas autorizadas.
En este sector, se suman al trabajo agentes del FBI, policías 'contraterrorismo' y los siempre efectivos perros especializados en detectar bombas.
Incluso, para la prensa, previamente registrada, los equipos de televisión son inspeccionados dos o tres calles antes de la ONU por estos caninos policías.
Se pueden ver cámaras elevadas en varias calles, policías a caballo y patrullas que circulan por cada esquina. Seguramente, entre la multitud, también habrá decenas de policías encubiertos.
No obstante, aunque la presencia policial en otras zonas turísticas, alejadas del edificio de la ONU, como el Central Park, Time Square, y la misma Liberty Island, en donde se encuentra la estatua de la Libertad, sigue siendo fuerte, los turistas logran vivir cierto grado de normalidad.
Aunque en Nueva York, sobre todo durante la Asamblea General de la ONU, normalidad, es una palabra desconocida.