La nueva jefa de la petrolera estatal brasileña, Magda Chambriard, asumió el cargo el miércoles entre preocupaciones en los mercados a que el gobierno intervenga más en la compañía.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva —que nominó a Chambriard— asistió a la ceremonia en el centro de investigación de Petrobras en Río de Janeiro, junto con el ministro de Finanzas, Fernando Haddad, y el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira.
El predecesor de Chambriard, Jean Paul Prates, dejó el cargo el mes pasado tras meses de tensiones con el gobierno federal. El mercado consideraba que Prates ponía los intereses de los inversionistas por encima de los del país, y es escéptico con que Chambriard —que dirigió el organismo regulador de gas y petróleo ANP entre 2012 y 2016— tenga el mismo punto de vista.
“Nuestra dirección, como se esperaba, está totalmente alineada con la visión del presidente Lula y el gobierno federal para el país”, dijo Chambriard durante la ceremonia. “Después de todo, son nuestros accionistas mayoritarios”.
Los temores al intervencionismo del gobierno en Petrobras se remontan a la amplia investigación Lava Jato iniciada hace una década. La investigación de varios años descubrió miles de millones de dólares en sobornos relacionados con contratos de construcción otorgados por Petrobras. Los investigadores encontraron que los fondos ilícitos llenaron las arcas de partidos y bolsillos de políticos, en una época en la que el Partido de los Trabajadores de Lula estaba en el poder.
El propio Lula estuvo casi 600 días en prisión como resultado, aunque su condena se anuló más tarde. Durante la ceremonia del miércoles, Lula arremetió contra el legado de la investigación.
“Con el falso argumento de combatir la corrupción, la operación Lava Jato iba dirigida en realidad a desmantelar y privatizar Petrobras”, dijo. “Si el objetivo era combatir la corrupción, los corruptos deberían ser castigados y los activos de nuestro pueblo quedar intactos. Pero eso no fue lo que se hizo, lo que se hizo fue un intento de destruir la imagen de la compañía”.
El medio The Intercept Brasil reveló detalles de colusión entre los fiscales y el juez que lideró la campaña de Lava Jato, Sergio Moro, que después se sumó al gobierno del presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro. Eso empañó la credibilidad de la pesquisa y avivó las acusaciones de los aliados de Lula sobre que tenía motivaciones políticas.
Tras derrotar a Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2022, Lula regresó al poder para un tercer mandato no consecutivo. El procesamiento de decenas de políticos y ejecutivos en el caso Lava Jato, celebrado en su día como un gran hito para acabar con la arraigada impunidad, se ha ido desmantelando más desde el año pasado. La Corte Suprema ha suspendido multas derivadas de acuerdos de clemencia, anulado condenas y cerrado investigaciones.
Esos acontecimientos han contribuido a la preocupación sobre que la tolerancia ante la corrupción podría regresar. Pero Rafael Schiozer, profesor de finanzas de la Fundación Getulio Vargas, una universidad y centro de estudios, dijo que esa preocupación sobre Petrobras no está justificada.
“La gobernanza de la compañía ha mejorado mucho. Los gestores actuales son conscientes de las responsabilidades que tienen, y la corrupción se castiga de forma evidente”, dijo.
El gobierno de Brasil tiene una participación de control en Petrobras y algunos políticos brasileños ven la firma como un medio de impulsar el desarrollo nacional. Eso supone un choque de intereses con los inversionistas minoritarios, que quieren que la empresa se centre en maximizar el beneficio.
En el evento del miércoles, Lula dijo que quiere que la compañía sea rentable y que los beneficios sean un incentivo para inversiones y gasto público en todo Brasil.
Petrobras decidió este año no pagar dividendos extraordinarios a los accionistas, lo que hundió las acciones de la empresa. Lula defendió la medida y tachó al mercado de “dinosaurio voraz”, mientras que los medios brasileños reportaron que Prates se había opuesto.
La marcha de Prates tras ese episodio hizo que los títulos de la compañía cayeran otro 9 % el día que se anunció, antes de reducir las pérdidas.
“Claramente Prates tenía una filosofía de crear valor para los inversionistas como principal objetivo de la compañía”, dijo Schiozer, añadiendo que Chambriard parece priorizar el papel político de la firma.
“Eso podría ser un problema si esto implica invertir en proyectos poco eficientes y/o no rentables. No estamos seguros de que esto vaya a ocurrir, pero es lo que pasó durante gestiones anteriores", añadió.
Exploración en aguas frente a la Amazonía
Como Prates, Chambriard ha defendido las prospecciones de gas y petróleo en una región conocida como el Margen Ecuatorial, una zona ecológicamente sensible cerca de la desembocadura del río Amazonas.
Ella alega que Petrobras debe abrir la frontera para sustituir las menguantes reservas de los lucrativos campos petrolíferos cerca de la costa sureste del país. Lula también está a favor.
Ibama, el organismo de supervisión medioambiental brasileño, ha rechazado por ahora la licencia a Petrobras para perforar un pozo de prospección en el Margen Ecuatorial, alegando la falta de conocimiento sobre la rica biodiversidad de la zona.
Las iniciativas para aumentar la producción petrolera chocan con los esfuerzos por limitar el cambio climático, provocado por la quema de combustibles fósiles. Lula ha intentado presentarse como líder climático al mismo tiempo que respalda un incremento de la producción nacional.
“¿Es contradictorio? Sí”, dijo Lula el martes en una entrevista con al emisora de radio CBN. “Apostamos fuerte por la transición energética. Ahora, hasta que la transición energética resuelva nuestro problema, Brasil necesita seguir ganando dinero con este petróleo”.
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