Los equipos negociadores del gobierno afgano y los talibanes han acordado referir sus diferencias en la interpretación de la ley Sharia a un comité conjunto, para proteger la confidencialidad de las actuales pláticas y realizar el proceso con “veracidad, sinceridad, y determinación”, según un código de conducta acordado por ambos bandos la semana pasada.
La Voz de América ha obtenido una copia de este código de conducta de 21 puntos, que ha sido elogiado como un avance después de casi tres meses de unas negociaciones que oficialmente empezaron el 12 de septiembre.
Zalmay Khalilzad, el enviado especial de Estados Unidos para la reconciliación afgana, lo llamó “un hito” y tuiteó: “El pueblo de Afganistán ahora espera progreso en un mapa político y un cese al fuego”.
El preámbulo del código establece cuatro principios como base de las negociaciones.
El primero de ellos es aceptar el acuerdo firmado en Catar en febrero, entre Estados Unidos y los talibanes. El gobierno afgano no fue parte de ese acuerdo y el equipo gubernamental negociador se resistió a ser incluido, según fuentes familiarizadas con las pláticas.
El acuerdo de Doha estableció un calendario para la retirada de todas las fuerzas extranjeras de Afganistán y la liberación de prisioneros talibanes a cambio de garantías de que los insurgentes romperían lazos con grupos como Al-Qaeda y evitarían la planificación o ejecución de ataques terroristas contra Estados Unidos, o sus aliados en suelo afgano.
Al final, el acuerdo entre EE. UU. y los talibanes fue incluido pero diluido con otros tres principios, todos enfocados en el objetivo de una “paz duradera”.
El resto del documento define cómo los dos bandos se comportarán durante el proceso de negociación y qué temas podrán o no podrán ser incorporados en la agenda.
“La agenda no incluirá ningún tema que vaya contra la sagrada y bendecida religión musulmana o los intereses del país”, dice el código.
Inicialmente, el equipo talibán quería especificar la jurisprudencia Hanafi, parte de la escuela sunita de pensamiento musulmán, como base de las negociaciones. Sin embargo, se encontró con una firme resistencia del equipo gubernamental, que subrayó la importancia de la diversidad religiosa en Afganistán, incluyendo a los Chiítas.
“Si surgen diferencias en la interpretación de la ley Sharia, un comité conjunto de los equipos negociadores tomará una decisión”, dice el código acordado entre los bandos.
Otro punto interesante del Código es sobre mostrar “respeto por el bando contrario” durante el proceso. Múltiples fuentes afganas y occidentales dijeron a la VOA durante los últimos dos meses que, cuando empezaron las negociaciones, los talibanes actuaban como si hubieran ganado la guerra y trataban al bando afgano como los perdedores del conflicto.
El documento de tres páginas enfatiza la necesidad de tomarse un tiempo, “no estar en apuros” cuando se discutan temas importantes, y “cuidadosamente escuchar las palabras de los otros con paciencia”.
También establece un protocolo para la toma de notas que incluye que cada lado nomine a tres miembros para registrar las minutas, que luego serán comparadas por ambos bandos al final de la reunión.
“El texto aprobado de las minutas sería verificado por ambos bandos”, dice el documento.
Los dos bandos también han acordado evitar comentarios irresponsables en los medios y sólo entregar a los medios declaraciones acordadas por consenso.
“Proteger la confidencialidad de los documentos es esencial y ambos bandos deberán evitar revelar secretos”, reza el código, al enfatizar la necesidad de mantener a los medios y personas no relacionadas sin acceso al lugar de las negociaciones y la necesidad de rechazar las especulaciones.
“Una vez un tema es decidido, no habrá más discusiones al respecto. Será ya parte del acuerdo final”, según el documento.
El código de conducta también especifica que nadie más que los miembros de ambos bandos estará en el salón mientras se realicen las negociaciones, incluyendo cualquier persona del país anfitrión u otros países que hayan facilitado el proceso.
Las negociaciones para finalizar la agenda continúan en un momento en que Afganistán ha afrontado una serie de actos de violencia como no había visto durante años.
“La violencia, especialmente ocasionada por ataques talibanes, continua socavando el proceso de paz y debe cesar”, señaló la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en un comunicado emitido el miércoles.
Un ataque con un carro bomba en una base militar, el martes, mató a dos personas en la provincia afgana de Ghazni. En la provincial Balkn el miércoles, los talibanes mataron a siete miembros de la fuerza local antitalibán. Un ataque con un carro bomba el lunes en Kandahar hirió a por lo menos 35 personas.
La organización caritativa Save the Children reportó que el 2020 fue un “terrible año para los niños de Afganistán, con casi 1.900 de ellos muertos o mutilados en los combates”.
Mientras tanto, un reporte publicado por el proyecto Costo de la Guerra, de la Universidad Brown, dijo que las bajas civiles causadas por los ataques aéreos de Estados Unidos y sus aliados han aumentado en más del 300% desde 2017.
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos refutaron el martes ese reporte como “parcializado". El portavoz militar estadounidense, coronel Sonny Leggett dijo que el reporte “se basa en información disputada e ignora las víctimas civiles ocasionadas por los talibanes y ataques de ISIS”.
“Esto incluye el actual uso de coches bombas por parte de los talibanes, artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés), misiones y asesinatos dirigidos para intimidar, acosar y sembrar el terror en todo Afganistán”, agregó Leggett en una declaración escrita compartida con la VOA por un correo electrónico.
Estados Unidos redujo sus ataques aéreos luego de alcanzar un acuerdo en febrero con los talibanes. Aún sin la actual ola de violencia, analistas locales como Tareq Farhadi, creen que las pláticas tomarán tiempo, especialmente cuando los equipos empiecen a negociar la futura forma de gobierno de Afganistán.
Los talibanes no aceptan la actual constitución afgana.