Tres mujeres compartieron este sábado el honor de recibir el Premio Nobel de la Paz durante una ceremonia en Oslo, Noruega, que sirvió de convocatoria a todas las mujeres víctimas de represión en el mundo para que alcen su voz.
Una de las galardonadas, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, al entregársele el diploma y la medalla llamó a todas las mujeres a hacerse escuchar. “Eleven la voz, que vuestra voz sea la de la libertad", exclamó.
Sirleaf, de 73 años, fue la primera mujer electa democráticamente presidenta en el continente africano. Asumió su primer mandato en 2005, en octubre pasado ganó la reelección, y se le atrbuye haber ayudado a su país a salir de una sangrienta guerra civil.
La mandataria compartió el premio con la activista por los derechos de la mujer, también de Liberia, Leymah Gbowee, y con Tawakkul Karman, convertida en un símbolo de las protestas populares contra la dictadura en Yemen.
Karman, periodista, fundadora de un grupo de derechos humanos y militante del partido islámico Islah en su país, es la primera mujer árabe en ganar el premio y con sus 32 años, también la más joven de las laureadas en la historia de los Nobel de la Paz.
Por su parte Gbowee, de 39 años, ha estado tiempo haciendo campaña en la nación africana contra las violaciones de mujeres, y en 2003 encabezó un movimiento pacífico femenino que contribuyó a poner fin a la segunda guerra civil en Liberia.
Durante la ceremonia, el presidente del comité de los Nobel, Thorbjoern Jagland, declaró que el premio dado a la yemení Karman también enviaba un claro mensaje al gobernante sirio Bashar al-Assad.
“Ningún dictador puede a largo plazo quedar a salvo de los vientos de la historia”, dijo en referencia a las protestas inspiradas en ese país por la llamada Primavera Árabe.
