La era de internet ha traído muchas ventajas a nuestras vidas cotidianas: el correo electrónico, las descargas digitales, las redes sociales… pero todo lo bueno trae consigo algo negativo. Hablamos del ciber-crimen. Delitos cometidos a través de internet causados en la mayor parte de las ocasiones por los despistes de los usuarios, que exponen sus datos personales ante los criminales.
Hay que entender ante todo que ninguna dirección de email es totalmente segura. Existen medios a través de los cuales se pueden obtener las direcciones privadas de los usuarios. Por poner un ejemplo los tradicionales correos en cadena son una forma común de obtener direcciones: en muchas ocasiones son empresas privadas las que mandan correos con chistes, promesas de fortuna si lo reenvía a todos sus contactos y similares. Cada vez que estos mensajes se mandan quedan guardadas las direcciones de todos y cada uno de los contactos a los que va destinado, incluso las de aquellos a los que iba destinado antes de llegarle a usted. Al final la empresa recibe de vuelta su mensaje con todas aquellas direcciones acumuladas y las guarda en una lista. Y estas listas se suelen vender en el mercado negro a un alto precio.
¿Y de qué sirve tanta dirección? El ejemplo más clásico es el robo bancario, también conocido como phising. Los criminales pueden enviar correos haciéndose pasar por su banco habitual. Un mensaje muy común es aquel en el que los estafadores le dicen que su banco ha detectado irregularidades y necesitan comprobar sus datos. Al hacer clic en el enlace (un enlace falso pero perfectamente oculto bajo la apariencia de una web oficial de banca) se le hace responder a una serie de preguntas con la excusa de que son para comprobar que usted es quien realmente dice ser. Un terrible error, ya que con estas preguntas los criminales tendrán acceso total a su cuenta bancaria, podrán extraer todos sus ahorros o incluso cometer otros crímenes en su nombre.
La solución a este tipo de problemas sin embargo es muy fácil. Jamás se ha de hacer caso a este tipo de mensajes. Por muy oficial que parezca, un banco nunca le pedirá datos por correo electrónico. Si recibe alguna vez un mensaje similar lo más fiable es llamar por teléfono a su banco o acudir a la oficina más cercana. En cualquiera de los dos casos le dirán lo mismo: su banco nunca le pedirá información confidencial por correo electrónico.
Este es tan solo uno de los ejemplos más frecuentes. Existen otros tipos de estafas como los que le aseguran haber ganado una lotería extranjera (en la que seguramente no compró ningún boleto) y necesitan pagar primero una pequeña tasa, o la compra y venta de artículos por internet.
Respecto a esta última se ha de tener especial cuidado con la forma de pago. En webs reconocidas como Amazon o eBay es imprescindible realizar todos los pagos a través de la propia web. Ocasionalmente algunos vendedores pueden intentar convencernos de que el pago se realice mediante servicios externos como Western Union, los cuales no están cubiertos por el seguro de estas tiendas. Son muchos los estafadores que, una vez recibido el dinero, desaparecerán por completo sin haber completado el intercambio.
En internet hay miles de peligros como los mencionados, pero con un poco de sentido común y cautela (nunca revelar datos confidenciales) le mantendrá a salvo de la mayor parte de estas amenazas.