Más de 1.190 niños y adolescentes en El Salvador se encuentran en prisión acusados de pertenecer a pandillas. De estos, el 90 % ya fue condenado.
Las detenciones han ocurrido durante el régimen de excepción en el que se mantiene el país centroamericano desde marzo de 2022, y cuya política impulsa la tolerancia cero frente a cualquier manifestación de pertenencia o simpatía a las maras o grupos del crimen organizado.
Uno de los últimos casos de detenciones de menores ocurrió el 11 de abril, en el departamento de Usulután, en el este de El Salvador, donde fueron detenidos 16 menores de edad acusados de intentar reactivar la clica "Vatos Locos Salvatruchos" de la Mara Salvatrucha.
Una clica es una célula de la pandilla que busca control a nivel local, tiene su propio nombre y sus líderes o palabreros. También un número variable de integrantes.
La policía salvadoreña dio a conocer cómo los adolescentes supuestamente mancharon las paredes de una escuela, de la unidad de salud de la zona y un pequeño mercado, con mensajes como "MS13" o "No queremos soldados". Al momento de las capturas se les encontró pintura en spray.
"Sepan que ahora un menor de edad entre los 12 y los 18 años va a responder con penas de prisión de hasta 20 años, que es la pena mínima para los delitos de agrupaciones ilícitas y lo que estos jóvenes andan haciendo dentro de las escuelas es actividad relacionada a grupos terroristas", dijo el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, a medios locales.
Antes de que Nayib Bukele asumiera como presidente de El Salvador, la Ley Penal Juvenil establecía un máximo de siete años de prisión para los menores de edad infractores. Hoy, los de entre los 12 y 15 años podrían pasar hasta 10 años en la cárcel, y quienes tengan entre 15 y 17 años de edad hasta 20 años en prisión.
Pero encarcelar a los niños, niñas y adolescentes no es la solución, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), quien sentó postura ante las reformas.
"De acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño, la detención solo debe utilizarse como medida de último recurso y durante el menor tiempo posible. (…) el encarcelamiento aumenta las posibilidades de que abandonen la escuela y cometa un delito más adelante en su vida, perpetuando así los ciclos de violencia, exclusión y pobreza", expuso en un comunicado la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
UNICEF plantea que los menores de edad señalados de pertenecer a maras podrían haber sido reclutados forzosamente por estas organizaciones criminales: "los niños, niñas y adolescentes pueden ser víctimas de violencia", explican. "Pueden ser reclutados y pueden ser utilizados".
Pero el gobierno salvadoreño no lo ve de esa manera: utilizando la estrategia "patrulla digital" asegura haber identificado a varios menores de edad cuya actividad en las redes sociales es promover la cultura pandilleril con videos haciendo señales alusivas a las maras.
"Estamos observando a aquellos que están haciendo señas o insinuaciones para seguir fomentando las diferentes estructuras criminales. (…) Tenemos todas las herramientas legales para poder identificar y argumentar con los criterios técnicos quién es pandillero", dijo recientemente el director de la Policía Nacional Civil, Mauricio Chicas, en una conferencia de prensa.
A mediados de febrero, un grupo de niños subió un video donde se observa a dos de ellos bailar una canción popular entre miembros de la Mara Salvatrucha, mientras hacen señas alusivas a la pandilla al interior de una escuela. Fueron capturados luego y procesados conforme a las nuevas reformas.
Entonces, el gabinete de Seguridad hizo un llamado a los padres de niños y adolescentes a que revisen el contenido que sus hijos consumen en redes sociales. Además de la mensajería que comparten con sus amigos porque "es de tipo de publicaciones que nos advertimos y nos ponemos manos a la obra", agregó Villatoro.
La niñez y las maras
Las principales pandillas que operaban en El Salvador: Mara Salvatrucha y Barrio 18 comenzaron a expandirse territorialmente a inicios de los 2000, nutriéndose en gran parte de niños y adolescentes, según estudios.
Por ejemplo, la investigación "Adolescentes en las pandillas salvadoreñas: de niños desprotegidos a criminales violentos" publicado por la Universidad de Salamanca en 2019 señala que los factores que generaron la vulnerabilidad de niños y adolescentes en El Salvador se relacionan con la violencia en el hogar y en las comunidades; las pocas oportunidades educativas; la pobreza extrema y la desigualdad; la nula visión de futuro; y los pocos espacios de esparcimiento.
Juanita Goebertus, directora de la División de las Américas para la organización Human Rights Watch destaca que las pandillas prefirieron reclutar a miles de menores de entre los 12 y los 15 años.
"La falta de oportunidades educativas y económicas facilitó el reclutamiento de las pandillas, incluso a cambio de zapatillas y cigarrillos", expuso.
Según la organización, el número de menores capturados es el doble de lo comunicado por el gobierno, y asciende a 2.800. En estos casos, los menores puede ser pueden ser víctimas y victimarios.
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