Un total de 1.357 niños y adolescentes se han beneficiado de los programas de promoción de entornos escolares de la ONG Save the Children Colombia a la población migrante en los departamentos que unen a Colombia y Venezuela.
La nación cafetera ha sido testigo del gran éxodo de la población de Venezuela, y se ha establecido como el principal destino de llegada de millones de venezolanos que han salido de su país en busca de condiciones de vida digna. Ambas naciones comparten más de 2.000 kilómetros de frontera.
Los padres "también sirvieron como profesores en una gran apuesta de voluntariado (...) para que los niños puedan retornar a las aulas escolares porque tenemos el reto de que puedan regresar al colegio”, dijo a la Voz de América María Paula Martínez, directora de Save the Children Colombia.
Programas
A través de sus programas El Mundo es mi Hogar y Clubes de Niñas y Clubes de Niños, Save the Children ha incorporado a los padres como docentes y tutores de sus hijos.
"El Mundo es mi Hogar fue una estrategia que le apostó a promover una educación segura, de calidad y con enfoque de género en la zona de frontera y en contextos de conflicto armado, que nos permitió indagar sobre las barreras de acceso a la educación que tienen especialmente las niñas en la zona de frontera entre Colombia y Venezuela, para buscar soluciones conjuntas con actores claves como el Ministerio y las Secretarías de Educación, docentes y líderes comunitarios”, comentó a la VOA María Adelaida Uribe, gerente territorial del Norte de Santander de Save the Children.
Según la ONG, el COVID-19 tuvo un gran impacto negativo en los procesos de aprendizaje de la niñez en todo el mundo, por lo que la estrategia de Clubes de Lectura y Escritura implementada con 1.357 niños en Norte de Santander, Arauca y La Guajira les permitió no quedarse atrasados en sus espacios escolares.
“Los clubes de lectura le permitieron a los niños y niñas reforzar sus conocimientos y volver al sistema escolar, pues muchos de estos niños y niñas estudiaban desde la virtualidad y no habían aprendido a leer. Detectamos que el 82 % de los participantes mejoraron sus habilidades en lectoescritura, a partir de la identificación de letras, palabras, oraciones y comprensión de textos”, agregó Uribe.
Daniel, de 10 años de edad, cuenta que le encantaba asistir a la escuela en Venezuela, donde tenía muy buenos amigos y que ahora está feliz en Colombia porque también tiene muchos amigos y juegos.
"Desde que ingresé al club he tenido cambios en mis pensamientos. Ahora sé que los niños y las niñas tenemos los mismos derechos y ambos podemos jugar con muchos carros y canicas”, comentó Daniel.
Unos 4.410 docentes fueron formados en estrategias de enseñanza con perspectiva de género, ciudadanía, habilidades digitales y aprendizaje socioemocional, y otros 746 líderes comunitarios participaron en campañas para la promoción de los derechos de la niñez en estas zonas de frontera.
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