Las autoridades impusieron el toque de queda en la ciudad de Kano, en el norte de Nigeria, después de que una serie de atentados a estaciones de policía e instalaciones del gobierno causaron la muerte a más de un centenar de personas.
Fuentes en uno de los tres hospitales a los que fueron llevadas las víctimas de las explosiones dijeron que al menos habrían muerto 131 personas, pero otros reportes indican que el número podría ser mayor.
Tras los ataques, reivindicados por radicales islámicos del grupo Boko Haram, Salusi Radiu, un periodista que reporta para la Voz de América, dijo haber contado más de 40 explosiones en Kano en un lapso de hora y media.
Un coordinador de servicios de emergencia en la ciudad, la segunda en tamaño del país, indicó que la situación es caótica después de los ataques, que según el grupo islámico fueron perpetrados en represalia por el arresto de varios miembros de la secta terrorista.
Militantes de Boko Haram han sido responsabilizados de numerosos atentados en Nigeria, entre ellos uno que mató a 40 personas el pasado día de Navidad cerca de una iglesia católica en las afueras de Abuja, la capital del país.
Nigeria está prácticamente dividida en dos regiones, una en el norte mayormente musulmana y otra en el sur donde la población es primordialmente católica. Abuja se halla cerca del punto medio, aunque está más identificada con la cultura islámica, según reporteros de la VOA.
El presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, declaró previamente el estado de emergencia nacional para tratar de frenar los ataques en el norte del país, pero la medida ha tenido hasta ahora poco efecto.
En lengua hausa, la más hablada en el norte de Nigeria, Boko Haram significa “la educación occidental es un sacrilegio”.