Decenas de nicaragüenses salieron a las calles de Managua el domingo a pie, en bicicletas y patines para participar en un maratón autoconvocado con el propósito de exigir justicia y la liberación de los de presos políticos del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
Dos días de protestas en Nicaragua muestran la nueva realidad del país. El gobierno de Ortega asegura que la capital Managua intenta volver a la normalidad. Sin embargo, muchos como el padre Raúl Zamora aseguran que “nada podrá ser normal” en la nación cuando se contabilizan más de 350 muertos, según cifras del Departamento de Estado de EE.UU. desde que iniciaron las protestas en el pasado 18 de abril.
Raúl Zamora, padre de la parroquia de Jesús de la Divina Misericordia en Managua, relató cómo su iglesia fue atacada entre el 13 y 14 de julio de 2018, según él por paramilitares del presidente Ortega. Durante el ataque, más de 150 estudiantes buscaron refugio entre los muros de la parroquia. La Voz de América verificó los disparos en la edificación y la evidencia del asedio que duró más de 40 horas.
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Otro grupo de nicaragüenses participó la mañana del domingo en lo que llamaron el “Maratón de la libertad”, un gesto de apoyo a los más de 200 detenidos y acusados por el gobierno en Nicaragua de participar en las protestas ciudadanas.
Jóvenes, niños, ancianos y mascotas, cobijados con la bandera azul y blanco de Nicaragua, corrieron en la maratón.
Entre los participantes estaba Alex Venegas, de 62 años, quien tuvo la idea de correr una vuelta a una rotonda de Managua por cada persona asesinada en Nicaragua, una lista tan grande, que prácticamente corrió una maratón.
Jocelyn Matamoros, está convencida de que las protestas, los plantones otros tipos de manifestaciones pacíficas ayudan a presionar al gobierno de Ortega.
Los presos del régimen orteguista son acusados por delitos de terrorismo, crimen organizado, asesinato y tráfico ilegal de armas, entre otros.
La Iglesia Católica
En esta época de crisis la Iglesia Católica en Nicaragua ha jugado un papel muy activo. De mediadores, pasaron a críticos y luego a víctimas. Hoy continúan siendo parte de los testigos de una agitada transición en la nación.
Sobre el papel de la iglesia en habló con nosotros el obispo de Nicaragua Silvio Fonseca. El religioso dijo que la iglesia no es un partido político y que ellos no buscan derrocar a Ortega, pero quieren que salga por la vía constitucional.
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