La tradicional gritería a la Virgen María, una actividad religiosa nicaragüenses en honora la inmaculada concepción de María, se convirtió este 7 y 8 de diciembre en otra forma de manifestación del descontento de los nicaragüenses con el gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
En todo el país se lucieron altares a la virgen María decorados con la bandera azul y blanco, imágenes de los presos políticos y trincheras adoquinadas, pidiendo a la virgen por la libertad de los detenidos y una salida a la crisis que vive el país.
Durante la gritería en Masaya, el padre Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel y quien recientemente estuvo hospitalizado por realizar una huelga de hambre junto a familiares de los presos políticos pidió a los creyentes católicos no perder la fe.
“En este país quien levanta su voz por defender a su patria, por querer gritar su voz de libertad, de democracia, justicia, nos consideran sus enemigos. No somos sus enemigos, somos un pueblo que alza su voz, que quiere su libertad”, dijo el religioso durante la celebración de la gritería que estuvo vigilada por fuerzas antidisturbios de la policía.
En Managua, la nicaragüense Dolly Mora, que tradicionalmente celebra la purísima o la gritería, explicó por que realizó lo que se conoce como un “altar vandálico”.
“Hemos por segundo año sumado a la campaña que han hecho por la libertad de los presos políticos, por la campaña sin navidad de los presos políticos, usando los altares como una expresión mas de movilización de la protesta, de resistencia”, explicó Mora a la Voz de América.
Por su parte, el embajador de los Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan, participó en la purísima de la Iglesia Divina Misericordia y la Iglesia Cristo de Esquipulas. En ambas compartió con los nicaragüenses, mientras el presidente de la república y su familia difundieron fotografías de un evento privado en su casa donde llevaron a cabo la celebración religiosa.
Durante la celebración de la purisima o la gritería devotos recorren las calles y visitan diferentes altares erigidos en honor a la Virgen Maria, en templos y casas particulares, realizando rezos, cánticos y quemando pólvora para recibir lo que se conoce como “la gorra”, que contiene caramelos, granos básicos, juguetes y otros regalos.