Horas antes de que el gobernador de Arizona, Doug Ducey, afirmara que se había dado un “gran paso adelante para asegurar la frontera” con la instalación de 130 contenedores de mercancías apilados de dos en dos, cientos de migrantes encontraron la forma de rodearlos, lo que desmintió su declaración.
Caminaron por tierras tribales hasta el borde de un alto muro construido durante el mandato de Donald Trump para entregarse a los agentes fronterizos que esperaban fuera de la reserva, con la esperanza de ser liberados en Estados Unidos para pedir asilo.
Familias, parejas jóvenes con niños pequeños, ancianos y otras personas atravesaron con facilidad el río Colorado, con el agua hasta la rodilla, antes del amanecer del miércoles. Muchos de ellos llegaron en sandalias y con bolsas de la compra colgadas del hombro.
El muro no es un tema tan comentado como en 2018, cuando el Congreso negó a Trump el financiamiento para una de sus grandes prioridades y provocó el cierre de gobierno más largo en la historia de Estados Unidos.
Sin embargo, los sucesos de la semana pasada en Yuma son un recordatorio de los obstáculos que enfrenta el gobierno con las barreras de fronteras: dificultades para construir en territorio tribal, especialmente en tierras de la Nación Tohono O’odham en Arizona, y oposición de los terratenientes, especialmente en Texas, donde a diferencia de otros estados fronterizos, buena parte de las propiedades son privadas.
Los críticos de Ducey han circulado las imágenes del canal Univisión que mostraban dos contenedores volcados por motivos desconocidos durante los 11 días de construcción de la barrera.
Gary Restaino, el fiscal federal de mayor rango en Arizona, aprovechó una reunión bilateral en la Ciudad de México para criticar al gobernador y tuiteó: “No vamos a dejar unos contenedores de mercancías en el desierto y llamarlo muro para conseguir prensa barata”. Ducey respondió: “Nos hemos hecho cargo del asunto” porque el gobierno federal no había hecho suficiente.
Los migrantes siguen rodeando las barreras, en este caso, a través de una brecha de 8 kilómetros de largo en la Reserva India Cocopah, cerca de Yuma, una ciudad en el desierto con unos 100.000 habitantes entre San Diego y Phoenix, que se ha convertido en un importante punto de cruces ilegales.
El presidente Joe Biden paralizó la construcción del muro en su primer día en la Casa Blanca y dejó sin terminar un sinfín de obras ya contratadas. En sus últimos meses en el cargo, Trump se esforzó por encargar la construcción en más de 720 kilómetros, casi un cuarto de la frontera.
El gobierno de Biden ha hecho unas pocas excepciones para pequeñas obras en zonas consideradas inseguras para cruzar, entre ellas cuatro brechas en Yuma. También espera conceder un contrato para Yuma este otoño, un proyecto que tomaría hasta 28 meses.
Cuando la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) anunció sus planes en Yuma en julio, Ducey dijo que no podía esperar. Como el también republicano gobernador de Texas, Greg Abbott, ha chocado con el gobierno demócrata por las políticas migratorias, con demandas frecuentes, y hace poco ofreció viajes gratuitos en autobuses a la Costa Este para los solicitantes de asilo que son liberados en Estados Unidos mientras se tramitan sus casos.
“Arizona hizo el trabajo que el gobierno federal no ha hecho y les mostramos con cuánta rapidez y eficiencia se puede hacer más segura la frontera, si uno quiere”, dijo Ducey para celebrar la instalación de los contenedores, que en total cubren una longitud equivalente a 13 campos de fútbol en cinco puntos distintos.
Una hilera de 44 contenedores colocados de dos en dos termina de pronto en una extensión abierta de desierto. Más al norte, en la represa de Morelos, los contenedores cubren varias brechas en una zona que había registrado menos cruces en los últimos meses.
El día que Ducey declaró que había completado su iniciativa, la Patrulla Fronteriza encontró 850 migrantes que habían cruzado la frontera de forma ilegal en el tramo de Yuma, una cifra bastante habitual. La mayoría llegaron en autobuses o vehículos arrendados del lado mexicano y atravesaron a pie la reserva en la oscuridad bajo la luna creciente.
Los migrantes utilizaron barreras de vehículos, carreteras de tierra y las luces de sus celulares para orientarse hasta los agentes fronterizos desplegados fuera de los terrenos tribales para ser procesados.
La CBP no ha hecho comentarios sobre los contenedores de Ducey, pero dice que su plan de cubrir las brechas en la barrera de postes de acero, un diseño al estilo de Trump, con placas de metal de hasta 9,1 metros de altura, marcará una diferencia al concentrar el tráfico en menos puntos.
“Si Yuma tiene 10 brechas y la gente cruza por las 10 brechas, es mucho más difícil para nosotros gestionar eso que si Yuma tuviera una o dos brechas y la mayoría del tráfico pasa por ellas”, explico John Modlin, responsable del sector de Tucson, Arizona, de la Patrulla Fronteriza.
Cuando se le pidieron comentarios, la Tribu de Cocopah se remitió a una carta de mayo de 2020 a la CBP en la que expresó su firme oposición a un muro, ya que cortaría el acceso al río y a miembros de la tribu en México.
La tribu también publicó un video en el que su jefa de policía interina, Arlene Martínez, enumeraba otras medidas de cooperación con la Patrulla Fronteriza, como la instalación de cámaras de vigilancia y sensores sobre el terreno.
“Cocopah respalda los esfuerzos de asegurar la frontera y siempre lo ha hecho”, dijo.
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