El excongresista cubanoamericano (Republicano por Florida) Lincoln Díaz-Balart, murió el lunes en su casa en Miami, informó su familia en un comunicado en las redes sociales.
"Con gran pesar anunciamos el fallecimiento de Lincoln Díaz-Balart. [...] Defensor de los silenciados y oprimidos, autor del requisito democrático para el levantamiento de las sanciones estadounidenses contra la dictadura cubana y autor de la Ley de Ajuste Nicaragüense y Ayuda a Centroamérica (NACARA, por sus siglas en inglés), dijo el también representante Mario Díaz-Balart.
Lincoln se educó en España y Estados Unidos, donde se graduó de Derecho y su práctica del derecho le permitió ejercer la abogacía en Miami, llamada capital del exilio cubano.
Era hijo del prominente político cubano Rafael Díaz-Balart quien sirvió durante el período de Fulgencio Batista entre 1954- y 1958 en La Habana, Cuba, la familia estaba ligada al gobernante cubano Fidel Castro, cuya esposa, Mirtha Díaz-Balart era su tía.
Su carrera política ascendió desde la Cámara de Representantes y el Senado en en Florida a inicios de la década de 1980 hasta alcanzar un escaño en la Cámara de Representantes por el Distrito 21 de Florida en el Capitolio en Washington.
A Lincoln se le atribuye el principal esfuerzo en el lobby cubanoamericano de la década de 1990 contra el gobierno de Fidel Castro en Cuba, principalmente en el Instituto de Liderazgo Hispano del Congreso (CHLI), que cofundó en 2003.
Al conocerse la noticia, políticos en funciones y otras personalidades reaccionaron de inmediato este lunes.
El secretario de Estado, Marco Rubio, envió las condolencias a la familia Díaz-Balart y dijo en un comunicado que el excongresista ofreció testimonio "de su profundo amor por los Estados Unidos y la causa de la libertad y la democracia".
Rubio agregó que "La vida y el legado de Lincoln Díaz-Balart son un tributo al sueño americano y a la inquebrantable defensa de los derechos humanos y la democracia en nuestra región".
"Un día muy triste para Miami", dijo desde su cuenta en X, la representante republicana María Elvira Salazar.
El congresista republicano por Florida, Carlos Gimenez lo calificó de "titán", resaltando así el "liderazgo" del trabajo de Díaz-Balart en el espectro político de cara a Cuba.
El expresidente colombiano, Iván Duque, igualmente lamentó el deceso del político cubanoamericano, a quien agradeció el apoyo que le brindara durante su carrera.
La Conferencia Congresional Hispana emitió un comunicado en el que transmitió sus "oraciones" y condolencias a la familia Díaz-Balart "durante este momento".
"El legado de Lincoln Díaz-Balart vivirá a través de las muchas personas impactadas por su monumental vida de servicio", afirmó la entidad.
Cuba y España: Literatura y vocación por la amistad
En el año 2019, poco después del centenario del poeta cubano exiliado Gastón Baquero, a quien Díaz-Balart conoció durante sus años de estancia en Madrid, España, explicó a Martí Noticias sobre sus vínculos con el poeta.
Y es que al ambos ser oriundos de Banes [Holguín, Cuba] y “haber disfrutado de su amistad” le llevó a decir: “Gastón Baquero es la persona más brillante que yo he conocido en mi vida y hubiera sido un premio Nobel de Literatura, si no hubiera sido un Cubano y anticomunista”.
Díaz Balart ofreció entones sus consideraciones a propósito de la publicación de Fabulaciones en prosa, un libro bajo el sello Cuadernos de Obra Fundamental y al cuidado de Alberto Díaz-Díaz, que fuera reseñado también por el diario El País.
La relación personal con el poeta lo marcó desde que lo conoció cuando Baquero visitaba la casa de los Díaz-Balart.
“Era de un sentido común, que es el menos común de los sentidos entre los genios. Era increíble, era tan agradable. El venía a casa a almorzar y a pesar de ser tan brillante, yo que era un adolescente, él se ponía a mi nivel para enseñarme”, afirmó con emoción.
El hecho de sentirse un exiliado, alguien que ha perdido una parte importante de sus pertenencias espirituales, lo llevaba a acoger a otros desterrados y atestiguaba Lincoln: “A él le encantaba conocer a los cubanos que iban llegando, eso lo llenaba de alegría y de orgullo por nuestra cubanía. Cuando conocía a un cubano y comenzaba a aprender de ese cubano, lo llenaba de felicidad. Todo cubano que lo llegaba a conocer lo quería, por era, tan cubano...”, concluye Díaz-Balart.
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