Yureima Carvajal sintió olor a humo mientras preparaba la cena una lluviosa tarde en Los Pirquenes, un asentamiento informal en el sur de Chile. Pensó que alguien quemaba basura hasta que escuchó gritos.
"Salimos corriendo hacia allá, que justamente no había llegado ni los bomberos (...), y ya eso estaba demasiado prendido", relató.
Otro vecino, Daniel Gómez, dijo que corrió por la comunidad gritando hasta encontrar una barra metálica. Se mojó con agua y trató de ingresar por la parte trasera de la casa, porque la única e improvisada entrada estaba en llamas.
"Sentí así como una bulla (ruido) o algo ahí adentro y dije 'hay gente'", comentó.
Los gritos cesaron antes de que alguien pudiera alcanzarlos. Catorce personas, incluyendo ocho niños, murieron. Todos eran inmigrantes recientes de Venezuela.
Para muchos, el incendio -uno de los más fatales en Chile en las últimas décadas- fue síntoma de la creciente crisis inmobiliaria, mientras el gobierno lucha además por manejar un auge de inmigrantes, predominantemente de Venezuela.
El número de familias que viven en asentamientos informales en Chile llegó a 114.000 en 2023, un alza del 142 % desde 2019, según TECHO, una organización sin fines de lucro que estudia problemas de vivienda en América Latina.
ECHO define los asentamientos informales como grupos de ocho o más familias que viven en tierras sin propiedad formal y carecen de al menos un servicio básico como agua o electricidad.
El Ministerio de Vivienda de Chile dice que el número de inmigrantes en estos asentamientos ha crecido constantemente, llegando ahora a casi el 40 % desde sólo el 1,5 % en 2011.
En una declaración a Reuters, el ministerio dijo que buscará reducir el número de familias en asentamientos con un enfoque doble: ofrecer subsidios a algunas familias y "formalizar" algunos mediante la construcción de infraestructura faltante.
Agregó que el gobierno estaba invirtiendo 300 millones de pesos (343.500 dólares) para construir luces solares, tanques de agua para combatir incendios y mejorar carreteras en Los Pirquenes.
El gobierno del presidente Gabriel Boric también ha dicho que quiere reducir el déficit de vivienda en un 40 % mediante la construcción de 260.000 viviendas.
Arde como cartón
Una semana después, otro incendio mató a dos niños en El Esfuerzo, un asentamiento informal en Valparaíso, una ciudad costera que se ha convertido en un imán para los inmigrantes.
Yajaira Salazar, fabricante de muebles que llegó a Chile hace ocho años procedente de Venezuela y vive cerca, intentó ayudar a apagar el incendio, sin éxito.
"Creo que esa casa se quemó en cinco minutos", dijo.
Salazar dice que El Esfuerzo fue construido hace apenas unos años y no hay servicio de agua ni electricidad, lo que dificulta la lucha contra los incendios.
"Todas las casas son de material liviano, y esto prende como si fuera cartón", dijo su hijo Dylan Pérez, de 18 años.
TECHO dice que más del 90 % de este tipo de viviendas en Chile están en riesgo ante deslizamientos de tierra, inundaciones, incendios o tsunamis.
Las colinas en las que está construido El Esfuerzo fueron arrasadas por incendios forestales en 2014. El área está llena de arbustos y eucaliptos altamente inflamables.
El municipio de Valparaíso dijo que las autoridades planeaban construir cortafuegos en áreas de alto riesgo y habían reforzado equipos dedicados al desmalezado y poda.
"Hemos estado trabajando persistentemente en esta área ya que el próximo verano será uno de los más calurosos", refirió en un comunicado.
Boom de migración a Chile
La Oficina de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que 7,7 millones de personas han huido de Venezuela y 6,5 millones se han asentado en la región. La mayoría busca protección, escapar de la pobreza y buscar mejores ingresos.
Chile tiene una de las economías más estables y de libre mercado de la región y muchos de los entrevistados por Reuters dijeron que llegaron atraídos por las mejores perspectivas.
Según un censo de 2017, había entonces 86.000 venezolanos en Chile. Para 2023, la cifra se multiplicó hasta 833.000, según las últimas estimaciones del gobierno.
"Chile se ve como uno de los países económicamente, como con más oportunidades de trabajo", dijo María Sánchez, una venezolana que llegó recientemente a El Esfuerzo tras pasar un tiempo en Perú y el norte de Chile. Pero añadió que trabajar sin documentación legal es difícil.
"Las puertas se te abren en la medida que vas conociendo a las personas, pero es difícil cuando no tienes papeles", dijo.
Sánchez, quien fue auxiliar de enfermería en Venezuela, ahora labora en limpieza y su marido en construcción. Dijo que ganan entre 10.000 y 15.000 pesos chilenos (entre 11,50 y 17 dólares) al día y apenas llegan a fin de mes.
Un total de 602.770 venezolanos han pedido residencia temporal o permanente en Chile en los últimos cinco años según datos del gobierno, más que cualquier otra nacionalidad.
El aumento de inmigrantes ha coincidido con un avance de la delincuencia e incidentes de alto perfil como secuestros o asesinatos, por lo que muchos votantes culpan a los migrantes.
Un sondeo de noviembre de la firma Cadem mostró que el 84 % de los consultados están muy preocupados por la delincuencia y el 55 % ve el aumento de la migración como la causa.
Boric -al igual que el presidente estadounidense Joe Biden- ha tratado de equilibrar su respuesta, aumentando los fondos para la seguridad fronteriza y reforzando las fuerzas policiales, al tiempo que lanza un programa para permitir que quienes hayan entrado ilegalmente comiencen un proceso para formalizar su estatus.
A fines de noviembre, citando el alza del crimen y la percepción pública de inseguridad, Boric anunció que reforzaría el control territorial y expulsaría a los indocumentados que no se habían inscrito en el programa de mayo.
"A quienes estén irregulares en Chile, los vamos a echar", dijo Boric al presentar el plan.
A inicios de diciembre aún estaban los escombros de la casa quemada en El Esfuerzo y alguien construía una nueva casa a pocos metros.
"Si nosotros de repente tuviéramos una fuente de agua, yo creo que un incendio podríamos más fácil, no sé, apagarlo", opinó Sánchez. "Miedo sí me da, pero procuro siempre tener limpio, de tener por lo menos algo de agua en lo posible adentro, por si llega a pasar algo".
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