La crisis humanitaria en Libia contabiliza ya más de 140.000 refugiados que han cruzado las fronteras y se cuentan por miles los que lo hacen cada día.
Gran Bretaña, Francia y el grupo de 57 naciones islámicas iniciaron un operativo para atender a los refugiados mientras expertos de Naciones Unidas advirtieron la urgente necesidad de prevenir choques violentos por motivos raciales entre la oleada de gente que huye de ese país a Túnez y Egipto.
Inglaterra estableció un puente aéreo para ayudar a los egipcios atascados en la frontera de Libia con Túnez, según informó el primer ministro británico David Cameron.
Francia anunció también un puente aéreo y una operación naval. La cancillería francesa dijo que movilizará aviones de línea y un buque de la armada francesa para evacuar al menos a 5.000 refugiados egipcios y devolverlos a su país en una semana. Francia también "estudia los medios para suministrar carpas y equipo de emergencia a gente vulnerable" que permanezca en Libia, dijo.
Por su parte, la Organización de la Conferencia Islámica despachará dos hospitales de campaña y suministrará ambulancias en las fronteras de Túnez y Egipto con Libia.
El plan de emergencia conjunto con la Unión Europea también suministrará refugio temporal a 10.000 personas y la distribuirá harina, azúcar, arroz, alimentos enlatados y fórmula infantil a los numerosos refugiados acampados en ambas fronteras.
Se multiplican las amenazas
“Los trabajadores están particularmente amenazados por la presunta utilización de Moamar Gadhafi de los mercenarios del África subsahariana para sofocar las protestas populares”, señaló la organización Human Rights Watch.
"Los trabajadores están en extrema necesidad de la evacuación debido a las amenazas que se enfrentan en Libia”, añadió Peter Boucjaert, director de emergencias de la ONG.
Expertos de la ONU advirtieron el miércoles sobre la urgente necesidad de proteger a los africanos subsaharianos, extranjeros, trabajadores migrantes y otras minorías atrapadas en medio de una crisis humanitaria.
Un comité de la ONU responsable por la vigilancia de la discriminación racial en el mundo dijo que la ONU y sus miembros debían actuar para impedir más derramamiento de sangre.