El lechero, el cartero, el ama de casa, el albañil, el obrero, el maestro, el licenciado, el arquitecto, el abogado, el doctor, el empresario, el comerciante, el pintor, el rector, el conserje.
Todos los mencionados pueden ser considerados como portentos en nuestra ciudad, pues a pesar de los acontecimientos que atraviesa Juárez; los portentos realizan todo lo que pueden para llevar a sus familias el pan de cada día, no se dan por vencidos y sobre todo no pierden la fe.
Un estudiante que aprovecha las oportunidades que se le presentan y se mantiene alejado de los vicios, un joven que prefiere jugar algún deporte en vez de ir a tomar, cometer actos de vandalismo o incluso hasta drogarse.
Estas son las personas que merecen ser mencionadas, a ellas debemos darles todos los ánimos posibles, ya que el futuro está en sus manos. Son ellas los que pueden imponer valores sobre sus generaciones e incluso reivindicar a las mayores.
En esta ciudad es más la gente buena que busca ganarse la vida de manera honesta, sin que cueste las lágrimas y la sangre de miles de personas. Esas son las personas que debemos admirar.
Porque en realidad, lo que queremos es que nuestra ciudad vuelva a ser llamada ‘segura’; en donde el que no encuentra trabajo es porque no quiere, donde puedes salir por la noche a divertirte y tienes asegurado que llegarás a tu casa sano y salvo. Ese es el Juárez de verdad, el que todos conocemos y sólo porque algunas personas han decidido aprovecharse de la situación no significa que todo está perdido.
El humor mexicano no deja de existir ni en casos como éste, las personas pueden hacer bromas de esta situación y como dice el refrán, si puedes reírte de tu problema, ya tienes la mitad de la batalla ganada, porque estamos seguros de que todo regresará a la normalidad, sólo es cosa de tener fe y creer en nuestra ciudad.
Todavía existe la esperanza, recuperaremos Ciudad Juárez y a pesar de todo, siempre será una ciudad muy querida por toda su gente. Espero sirva darse cuenta lo bonito que es nuestra ciudad, y que mientras más caigamos, más oportunidades tendremos de ponernos en pie.