Lis Hernández pasó de vender arepas en las calles de Petare, en un barrio en el este de Caracas, a convertirse en la propietaria del restaurante que popularizó el consumo de la arepa venezolana en Atlanta, en Estados Unidos.
Emigró a Estados Unidos a finales de los años 90 con la única experiencia de haber crecido vendiendo arepas en la calle junto a su madre. “En una cocina de querosén era que hacíamos las arepas, yo tenía que llenar el potecito de querosén para voltearlo y que la llama estuviera prendida”, explica a Venezuela 360 de la Voz de América.
Aunque sus inicios en Estados Unidos no fueron fáciles, con mucha dedicación y esfuerzo consiguió abrir su propio negocio en Atlanta: un restaurante llamado “Arepa Mía”. “El nombre de Arepa Mía surgió porque nunca pensé que “Arepa” iba a ser tan emblemático y surgir en EE.UU., y “Mía” porque está muy cerca de mi corazón”.
Además de las arepas clásicas con las que Lis creció, ha tenido tiempo de improvisar en los fogones nuevas combinaciones que le han dado reconocimientos: “Inventé la sifrina americana y ha ganado muchos premios aquí. Tiene lechuga, tomate, queso guayanés, tajadas fritas, pollo mechado, aguacate y salsa de cilantro”, explica.
Lis destaca la popularización de la comida de su país natal entre el público estadounidense: “A la gente le encanta los sabores, la mezcla caribeña, española, latina, indígena...”. Añade que ha adaptado su propuesta gastronómica para los consumidores del país en el que se encuentra y que el producto estrella de su cocina son las salsas: “A ellos les encanta la salsa de cilantro, se bañarían en ella”.
En 2019 el restaurante de Lis fue galardonado como uno de los 75 mejores de Atlanta. Después de ensayar diferentes adaptaciones de la comida venezolana, esta petareña encontró la manera de hacer atractiva las arepas para los consumidores estadounidenses: “El americano no sabe qué salsa poner a las arepas. Si les das una arepa normal creen que son insípidas, sin sabor”, explica. Parte del secreto de la popularidad de “Arepa Mía” son las salsas que usa para “vestir” las arepas.
Haber logrado abrir su propio restaurante es un sueño cumplido para Lis, y un ejemplo para otros integrantes de la diáspora que buscan iniciar su propio negocio. “No me vine con una carrera, como muchos venezolanos han venido para acá, pero tienes que empezar de cero si quieres superarte. Si tu trabajas fuerte, de corazón, de verdad, puedes obtener lo que tú quieras, no hay límite, porque yo lo hice”.
Sus empleados, algunos de origen latino, se sienten orgullosos de ser parte de su historia y no guardan palabras para elogiar su liderazgo. “Me fascina la historia de cómo empezó y cómo llegó hasta acá. De venir con tan poquito a tener todo lo que tiene, yo sé lo que ha luchado y lo que ha sufrido y cómo trabaja de fuerte”, explica a Venezuela 360 Ángela Cadena, una de las empleadas del restaurante.
Pero la palabra final la tiene siempre la clientela. Doris Hames, asegura, que la primera vez que probó comida venezolana fue en “Arepa Mía” y ahora se ha convertido en una clienta habitual.