México se mostró el viernes a favor de una “reunión de desagravio” con España para aliviar las tensiones que surgieron tras la exclusión del rey Felipe VI de los actos de toma de posesión de la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Así lo expresó la canciller mexicana Alicia Bárcena en una conferencia de prensa en Nueva York en la que se le consultó sobre las fricciones que han surgido entre los países.
Bárcena expresó que en el marco de la Asamblea General de la Naciones Unidas sostuvo esta semana encuentros con el presidente del gobierno español Pedro Sánchez y el canciller José Manuel Albares y que coincidieron en que para salir de la actual situación “la forma de hacerlo pues es, justamente, poniéndonos de acuerdo para llevar adelante esta reunión de desagravio”, pero Bárcena no ofreció detalles.
Pese a las recientes tensiones que han surgido entre los dos países, la canciller resaltó su “excelente” relación con Sánchez y Albares, y el “gran dinamismo económico, político” que hay entre los dos países, con la presencia de 6.000 empresas españolas en México que invierten más de 25.000 millones de dólares.
Más temprano, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió en duros términos a Sánchez y afirmó que le faltó el respeto a Sheinbaum al sugerir que fue “una cuestión política” que no se invitara al monarca. “Nada más que está insinuando que fue una decisión que yo tomé, como si la presidenta de México fuese manipulable, es una falta de respeto adicional. Se equivocan completamente, esa decisión fue de la presidenta electa”, dijo el gobernante saliente en su conferencia de prensa matutina.
Las fricciones entre ambos países se profundizaron a mediados de semana luego de que Sheinbaum justificó la no invitación del monarca español y que Sánchez habló de “crisis diplomática” y de su “frustración” por el desacuerdo entre dos gobiernos que se consideran progresistas.
La presidenta electa indicó en un comunicado que no invitó al rey — aunque sí a Sánchez— a la ceremonia del próximo 1 de octubre por la negativa de España a que Felipe de Borbón pidiera perdón por la conquista, como López Obrador le solicitó en una carta en 2019.
Sheinbaum se mostró abierta a superar las tensiones y dijo que confía en que su gobierno sea “punto de partida” para que dos países con una “sólida” relación de amistad e importantes vínculos económicos, sociales y culturales, encuentren “vías de entendimiento”.
Pero Sánchez mantuvo una postura más frontal y declaró a la prensa desde Nueva York que era “absolutamente inaceptable” e “inexplicable” que el monarca no fuera invitado a la ceremonia dado que es la figura que desde hace décadas siempre representa a España en las tomas de posesión de mandatarios latinoamericanos. De ahí que decidieron no enviar a nadie al acto “en señal de protesta”. También aludió a las fuertes relaciones entre “pueblos hermanos”.
Las diferencias entre López Obrador y la Corona española comenzaron en 2019, cuando el presidente mexicano solicitó al rey en una carta pedir perdón por la conquista, igual que hizo el papa Francisco. Felipe VI ni lo hizo ni respondió la misiva.
Tres años después López Obrador puso “en pausa” las relaciones con España tras acusar a las empresas energéticas españolas de tratar a México como su tierra de conquista. Tras ese anuncio, Albares viajó a México para calmar las tensiones. La decisión del presidente mexicano no afectó las relaciones diplomáticas y comerciales.
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